Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los grupos de investigación mixtos funcionan mejor

El trabajo colaborativo, en grupos de investigación formados por hombres y mujeres, centró la mesa redonda 'Científicas y científicos trabajan en equipo por el bien común', celebrada el martes 12 de febrero en Ibercaja Patio de la Infanta.

Investigadores y estudiantes se encontraron en el Patio de la Infanta
Investigadores y estudiantes se encontraron en el Patio de la Infanta

Blas Valero, profesor de investigación del Instituto Pirenaico de Ecología, apostó por trabajar en “grupos lo más variados posible”. Hoy, el núcleo central de su grupo de investigación “está compuesto por dos mujeres y yo, pero es importante que la diversidad general del mundo se refleje en la diversidad de los grupos de trabajo”. Según su experiencia, “siempre los grupos en que hay un buen número de mujeres trabajan y avanzan mejor. Es un valor añadido que favorece la creatividad y el trabajo en común, base del trabajo científico”.

Escucharon su aportación el centenar de escolares del instituto IES Avempace y del colegio Santa María Reina de Zaragoza que asistieron en Ibercaja Patio de la Infanta a una mesa redonda moderada por María Villarroya, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas AMIT-Aragón, y María Jesús Lázaro, delegada del CSIC en Aragón, quien destacó que estos encuentros “ayudan a dar visibilidad a la influencia de las mujeres en la carrera profesional y a la importancia de crear equipos mixtos de investigación que, al final, deben ser el futuro de la igualdad no solo en las ciencias, sino en todas las áreas de trabajo de nuestra sociedad”.

Valero recordó que, “antes de volver aquí, al CSIC, y pese a que el trabajo de campo en geología parece que es solo de hombres, según mi experiencia en Estados Unidos muchas de las investigaciones y expediciones a lugares complicados y exóticos estaban dirigidas y organizadas por mujeres. Por eso me pareció desde siempre normal y habitual el trabajar en grupos en los que las tareas de dirección y organización no estaban definidas por géneros sino por quién lo hacía mejor”. A su vuelta, encontró grupos pequeñitos, “a veces yo mismo con mi propio entorno”. En el grupo al que empezó a incorporarse, “Ana Navas era la coordinadora y todo ello me hizo pensar que los grupos tenían que ser lo más variados posible”.

Pero no siempre hay referentes femeninos a mano. Cuando Belén Masia, hoy profesora ayudante y doctora de Lenguajes y Sistemas informáticos de la Universidad de Zaragoza, entró en su grupo de actual investigación “era la única chica, ahora somos cuatro junto a diez chicos y está superbien”, dada la masculinización de las disciplinas técnicas. Como muestra, otro botón: en el grupo de Arquitectura de Computadores donde trabaja María Villarroya, “de 10 o 12 personas soy la única mujer”.

En el ámbito de las humanidades donde investiga Pilar Utrilla, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, hay equilibrio, “tanto en seniors como en becarios y posdoc la relación hombres/mujeres es 4/4 y las dos personas jóvenes con curriculum más fuerte son mujeres: una está en el Max Planck y otra en el Museo de Historia Natural de París”.

“Coyunturalmente, ahora hay más hombres que mujeres” en el grupo que dirige María Jesús Lázaro en el Instituto de Carboquímica, “pero se suele ir a la par”. En este mismo centro, José Miguel González, investigador ‘Juan de la Cierva’, “las mujeres son minoría -tres junto a ocho hombres-, pero de forma circunstancial, pues históricamente ellas han tenido gran peso, desde su fundadora: María Teresa Martínez, que fue pionera al introducir la nanotecnología en España”. Está convencido de que “los grupos mixtos funcionan mejor”.

¿Es esto solo una impresión?

Algunos estudios abordan cómo influye la diversidad de género en los equipos de I+D.

Un estudio realizado por la Universidad de Castilla la Mancha revela que la diversidad de género dentro de un equipo investigador fomenta soluciones novedosas que conducen a innovaciones radicales tanto para la empresa como para el mercado. Además, según el trabajo, formar equipos mixtos de hombres y mujeres en un contexto tecnológico es un elemento clave para aumentar la competitividad.

El trabajo, publicado en 2014 en la revista 'Innovation-Management Policy & Practice', destacaba que, como señalaba Cristina Díaz García, investigadora principal, a la Agencia Sinc, “la diversidad de género puede aportar diferentes perspectivas y conocimientos cuya combinación ofrece una gama más amplia de ideas y, por consiguiente, una mayor creatividad, facilitando los procesos de toma de decisiones”. En su opinión, “la diversidad de género no solo tiene implicaciones en los ámbitos de equidad y de igualdad sino que aporta mayor eficacia del trabajo en equipo”.

En el ámbito biomédico, el mero hecho de que en una investigación participen mujeres hace más probable que el trabajo contemple un análisis de sexo y de género como factores que afectan a la salud, lo cual mejora la calidad de la ciencia. Lo han probado investigadores de las universidades de Stanford (EE. UU.) y Aarhus (Dinamarca) después de analizar más de un millón y medio de artículos científicos.

Esto sucede por que, informaba Sinc, hombres y mujeres no son iguales en lo que respecta a la incidencia de enfermedades, la eficacia de los tratamientos y los efectos secundarios. Sin embargo, sexo y género son factores olvidados por los ensayos biomédicos, donde los sujetos de estudio suelen ser masculinos, tanto si se trata de animales de laboratorio como con pacientes humanos. Un trabajo publicado en 2017 en la revista 'Nature human behaviour' concluye que es más probable que una investigación tenga en cuenta estos importantes detalles si hay alguna mujer entre sus autores.

“Para asegurar que los resultados son precisos para hombres y mujeres, es crucial mirar las posibles variaciones de género y sexo”, explicaba Mathias Nielsen, investigador de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y coautor del estudio. “En algunas áreas estas diferencias pueden ser pequeñas. En otras, su comprensión puede mejorar el diagnóstico y prevención de enfermedades”.

Cuando no se presta atención a estas diferencias, comienzan los problemas. “Investigar de manera errónea cuesta vidas y dinero”, asegura la investigadora de la Universidad Stanford (EE. UU.) y coautora del artículo, Londa Schiebinger.

Uno de los ejemplos más conocidos de estas diferencias es el de las enfermedades cardiovasculares. Cada año mueren más mujeres que hombres por problemas de corazón, pero los ensayos clínicos siguen siendo predominantemente masculinos. Un patrón que se extiende a los ensayos de otras enfermedades como el cáncer, a la investigación con animales e incluso con células.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión