¿A qué tienes miedo? Fobias para todos los sustos

Entrevistamos a aragoneses que sufren fobias como la blatofobia, la entomofobia, la ligirofobia, la agorafobia o la amaxofobia.

La agorafobia o miedo a estar en espacios abiertos es una de las fobias frecuentes.
La agorafobia o miedo a estar en espacios abiertos es una de las fobias frecuentes.
Pixabay

“Cómo puedes estar mal si estás pasando uno de los mejores momentos de tu vida”. Esta fue una de las frases que más veces tuvo que escuchar María, vecina de Zaragoza de 40 años, cuando pasó una depresión durante su primer embarazo. En su caso, tras el parto se transformó en un fuerte episodio de agorafobia, -es decir, miedo a los espacios abiertos-, que duraría más de dos años. “No podía salir de casa y afectó a mis relaciones personales y a mi trabajo”, recuerda. Hoy, asegura que lo peor es el ‘tabú’ social que rodea a este tipo de enfermedades mentales: “Yo estoy viva de milagro, y recuerdo cómo mi entorno me trató como una loca y me culpaba de todo. Me quedé completamente sola”, lamenta.

Carlos sufre la denominada ligirofobia, es decir, un miedo irracional a ruidos fuertes, normalmente repentinos, como los de las explosiones. “Ahora lo tengo más o menos superado, se fue pasando por la edad”, explica. “Recuerdo que a los 7 años me escapé de casa porque mis padres iban a ir a ver los fuegos artificiales. En aquella época no se era consciente de lo que era una fobia y la gente lo entendía todavía menos”, asegura. En su caso, se convirtió en un problema “de puertas para adentro”. “Me daban ataques de histeria con las tracas o los fuegos del barrio, creo que la mili fue mi terapia de choque particular. Ahora lo controlo, pero me siguen entrando sudores cuando veo a un niño encender un petardo”, concluye.

Blatofobia: Cuando las cucarachas provocan ataques de ansiedad

En el caso de Irene (25), tiene una de las fobias más comunes en nuestra sociedad, la denominada entomofobia –a los insectos en general- o blatofobia –a las cucarachas en concreto-. “Lo descubrí cuando viajé a Tenerife, un lugar en el que, debido al clima tropical, hay mayor proliferación de este tipo de insectos. Una noche, aparecieron dos en la habitación, tuve un ataque de ansiedad y no dormí”, recuerda la joven. Con el tiempo y tras comprobar las limitaciones, decidió llevar a cabo un tratamiento para superarla. “Fui al centro de salud del barrio y realicé un tratamiento de choque. Cada día debía ver una fotografía de cucarachas -tengo problemas solo con ver una imagen-. Esto lo combiné con terapia de relajación”, explica. Ahora, aunque no la ha superado del todo, puede convivir con ellas. “Es decir, ahora veo una y puedo seguir andando”, concluye.

Por supuesto, no podía faltar el caso de Rubén (30) y su aerofobia, un miedo o temor extremo a volar en avión, que se puede combinar con la aparición de otras como la claustrofobia - miedo a los espacios cerrados- o acrofobia -miedo irracional e irreprimible a las alturas-. “Actualmente estoy haciendo terapia y he realizado vuelos preparándome psicológicamente para ello. Excepto en mi último vuelo, que me bajé del avión y tuvieron que relajarme para volver a subir al avión”, explica.

Amaxofobia: Miedo a conducir coches

Como ellos, son muchos los aragoneses que, cada día, deben enfrentarse a estos temores irracionales en situaciones cotidianas como el simple hecho de conducir, como la zaragozana Isabel (35), que sufre de amaxofobia: “Cuando me saqué el carnet no noté nada, pero al empezar a coger el coche vi que me producía mucho estrés. No recuerdo como empezó, pero tenía taquicardias y me temblaban las piernas”; o Raquel (29), que padece lo que se denomina ofidiofobia, es decir, miedo a las serpientes. “Cuando veo una me quedo bloqueada, me entran escalofríos y me pongo nerviosa. Vivo bastante inquieta la verdad, solo de pensar que en cualquier momento puede aparecer una cerca de mi o puede salir por la taza del váter. No puedo verlas ni por la tele, ni si quiera las de juguete”, asegura la zaragozana. “Y lo peor de todo es que la gente se lo toma a broma e incluso se ríe de ello”, lamenta.

Partiendo de la base de que todas las fobias pertenecen al cuadro de los trastornos de ansiedad, ¿cuáles son las fobias más comunes entre los aragoneses? Desde el Instituto Aragonés de la Ansiedad, centro de psicología que trata problemas emocionales y que está especializado en este campo, aseguran que “las más habituales son la fobia social, entre ellas el miedo a hablar en público y la agorafobia y la fobia a viajar en medios de transporte”, explica Ana Cruz, una de sus fundadoras. En su centro también han diagnosticado tras menos comunes como la somnifobia, o miedo a dormir; tafiofobia o miedo a ser enterrado vivo o la vasofobia, es decir, miedo a caerse.

Convivir con una fobia

Pero ¿qué es una fobia y cómo aparece? “Se trata de un miedo intenso -el miedo es el componente base de cualquier trastorno de ansiedad, y lo que varía es el objeto de ese miedo- e irracional ante un objeto o una situación que no representa un peligro real para la persona”, asegura. “El miedo es una emoción básica, universal y natural que sentimos todos los seres humanos, una respuesta adaptativa para afrontar situaciones peligrosas. El problema y la fobia surgen cuando el miedo es tan intenso que interfiere en nuestra vida, limitándola”, indica la experta.

Según explican desde el Instituto Aragonés de la Ansiedad, es posible vivir con una fobia. “La persona que lo sufre es consciente de que su miedo es exagerado, tiende a evitar aquello que teme y escapa de la situación. El problema viene cuando la persona se siente superada por ese miedo, rindiéndose a él y asumiendo que no puede hacer nada para superarlo”, explica.

Pero, ¿se puede vivir con una fobia? Con el tratamiento y apoyo adecuados, es posible. “Todo depende del grado de limitación de cada caso, es una cuestión de calidad de vida, porque además los miedos tienden a extenderse. Sin embargo, y aunque no es fácil, se pueden curar, algo que requiere de mucho trabajo y esfuerzo”, asevera Cruz. “En la actualidad se están utilizando técnicas como la Programación neurolingüística (ONL), reestructuración cognitiva para trabajar con esos pensamientos anticipatorios, relajación, visualización y afrontamiento gradual al objeto temido…”, enumera.

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