Experimentación con drogas y discurso "verde", las sectas vuelven a los 60

Los expertos calculan que en España existen unas 250 sectas y otro centenar de grupos "está bajo observación".

La joven Patricia Aguilar con su bebé, en una imagen reciente.
La joven Patricia Aguilar con su bebé, en una imagen reciente. Fue captada por una secta a través de una web esotérica.
Afp

Las sectas de corte pseudoterapéutico que han proliferado en la última década están cediendo espacio a las del "discurso verde", el contacto con la naturaleza y la experimentación con drogas, pero su objetivo sigue siendo el mismo: captar jóvenes con estudios universitarios y "algo ingenuos" para lograr el poder.

Un poder que luego se traducirá en dinero, ha explicado este jueves el coordinador del Grupo de Trabajo sobre Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña, Miguel Perlado, durante la presentación del estudio 'Conocimiento y Percepción de la población española sobre las sectas' del canal Crimen+Investigación.

Según este informe, elaborado a partir de 1.000 encuestas y coordinado por este experto, casi seis millones de españoles han estado en contacto directo o indirecto con organizaciones que consideran sectas y el 15% asegura no conocer ninguna.

La mayoría las asocian al daño psicológico, al tráfico de personas y al abuso de menores, pero Perlado ha insistido en que se trata solo de un mito: una secta es "un proceso mucho más sutil" y ese "punto álgido de la violencia" solo lo alcanzan algunas.

"Hay que observarlas como un proceso porque si no, queda la foto fija de un gurú carismático que lava el cerebro y todos son débiles y están sometidos. No, hay un proceso interactivo que es muy complejo", ha insistido.

Calcula que en España existen unas 250 y otro centenar de grupos "está bajo observación"; lo que no ha habido nunca, ha continuado, es un "Charles Manson".

Al igual que no hay un perfil de adepto, tampoco lo hay de líder, pese al estereotipo de "hombre psicópata que se aprovecha sexualmente de las mujeres; de hecho, sostiene el experto, "cada vez hay más gurús féminas, y esto es otro fenómeno interesante de analizar: algo está pasando", avisa.

Lo que sí les une es un "narcisismo patológico" y que son personas que "se nutren de las capacidades de los demás, parasitan las mentes ajenas".

Pero sí hay un perfil de potencial víctima: "el más atrayente para una secta es el de persona joven, idealista, con estudios universitarios, con ganas de ayudar, que se desvive, que es algo ingenua, que quiere cambiar el mundo y que está insatisfecho con su entorno. No buscan personas taradas, tullidas o problemáticas porque son una rémora".

Hay grupos que pueden tener comportamientos sectarios, pero no tienen por qué ser necesariamente una secta. ¿Cómo distinguirlos?

"Cuidado con propuestas que no se sabe de quién dependen, que se realizan en lugares apartados, que hacen sentir culpable" y que "tocan tres fibras sensibles: el miedo, la culpa y la ansiedad, y esas tres sensaciones dejan a las personas paralizadas".

En suma, la señal de alarma debe estallar cuando existan "elevados grados de control coercitivo" que "fiscalizan hasta el más mínimo aspecto de la vida cotidiana", desde "decirte con quién debes juntarte a cómo debes pensar, con quién mantener relaciones sexuales o qué ropa ponerte".

Internet ha abierto a estos grupos "un gran escaparate donde publicitarse y atraer" seguidores; de hecho, está surgiendo "un nuevo fenómeno", el de las sectas digitales, que se sirven de estos medios para poner en marcha su "estilo de relación" antes de establecer el encuentro personal.

"Son muy camaleónicas y muy hábiles en el moverse, por lo que cada vez son más difíciles de identificar", sostiene el psicólogo, que explica que cada vez hay "más pequeños grupúsculos" y no tanto las estructuras clásicas de grandes colectivos.

Y ha habido una "vuelta a los 60, a la ayahuasca, a la experimentación con drogas alucinógenas, al discurso verde de contacto con la naturaleza", un perfil que ha arrebatado el espacio a las sectas de "sanadores" que han proliferado en los últimos diez años, aunque estas también se mantienen junto a las de corte religioso y esotérico.

¿Cómo actuar ante la sospecha de que alguien ha podido caer en las garras de una secta? Según los encuestados, denunciando a la Policía, pero el psicólogo aconseja otro proceder porque los agentes solo pueden actuar si la víctima ha denunciado y "en la medida que le permita la ley" y además puede ser incluso "contraproducente".

Así, lo primero que hay que hacer es "no entrar en pánico"; después, "acercarse con talante abierto y dialogante, no criticarle ni dirigirle expresiones como secta o 'te han lavado el coco'", acudir a fuentes de información fidedigna y buscar ayuda especializada. 

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