Hay quienes lo consideran una tradición obsoleta y quienes disfrutan de este momento como uno de los más importantes del enlace, pues se entiende como un sinónimo de la gran fiesta que supone una boda. Se trata del baile nupcial, uno de los ritos que cualquier pareja debe preparar con algo de tiempo, ya sea por ofrecer un recuerdo divertido a los asistentes o por la emoción que despierta en los novios, quienes suelen elegir una canción que haya tenido un significado especial en su relación.

Son muchas las academias y escuelas de baile que ofrecen clases y ‘packs’ personalizados que ayudan a elegir la canción que más se adapte a cada pareja (si todavía no lo tienen claro), así como los pasos y técnicas de baile necesarios para perder el miedo y la vergüenza a este momento y preparar una coreografía inolvidable. Para que nada falle el gran día, lo más habitual es recurrir a estos centros con un mes de antelación.

Aunque el vals es la opción más recurrente, cada vez son más los novios que rechazan el clásico tempo de ‘1-2-3’ y se animan a preparar bailes diferentes y divertidos, que van desde el ‘rock and roll’ más cañero al ‘lindy hop’, un estilo de ‘swing’ muy popular que ha ganado adeptos en los últimos  años. Una salsa, un tango, una bachata o el último éxito musical que triunfa en todas las emisoras de radio son otras opciones, aunque hay quienes, dispuestos a seguir la tradición más aragonesa, se atreven con una jota. 

Otras de las tendencias que se han popularizado en los últimos años sobre la pista de baile son la participación de los invitados en grandes coreografías o ‘flashmobs’, que suelen acompañarse de la entrega de regalos a los recién casados, o los bailes individuales que un miembro de la pareja le dedica al otro durante la fiesta.

- Más información en 'Suenan campanas', la guía de bodas de HERALDO