24 horas conectados

Los seguidores de Operación Triunfo pueden estar todo el día pendientes del concurso en las redes.

Estar conectado continuamente, ¿te libera o te aísla?
Estar conectado continuamente, ¿te libera o te aísla?

Casi veinte años después de la irrupción de Chenoa y Bisbal en nuestras vidas, Operación Triunfo vuelve a estar en el epicentro del panorama televisivo con nuevas parejas y un nuevo invitado: las redes sociales. En Twitter es posible hacer un seguimiento continuo del progreso de los concursantes y en YouTube se emiten en directo sus andanzas en la academia, desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche. Se puede ver cómo los triunfitos acuden a sus clases, charlan o se acicalan para sus actuaciones musicales. Durante tres meses y sin interrupciones.

Esta conexión continua es un hábito de audiencias jóvenes cuyo consumo audiovisual se basa en el entorno online. Público conectado a internet a través de dispositivos móviles y ajeno al consumo tradicional. Audiencias que ya no se pelean por el mando de la televisión sino por la contraseña del wifi.

Como consecuencia, esta generación que sigue con fervor los estados de ánimo de los concursantes sabe con detalle cada paso de su día a día. Ríen, lloran y sufren con ellos. Comen y cenan a la vez. Teorizan sobre sus sentimientos y preocupaciones. Creen conocerlos como conocen a sus mejores amigos. Estos simpatizantes son fanáticos durante las 24 horas del día. Temen perderse cualquier pequeño detalle y alaban las posibilidades de mantenerse siempre conectados al concurso. Paradójicamente, cuanto más cerca se encuentran del formato, más se alejan de su propia realidad. ¿Están, por tanto, conectados o atrapados en ese mundo paralelo?

Elena Capapé es profesora de la Universidad San Jorge