Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Espacio: de conquistadores a usuarios cotidianos

En las últimas décadas, el desarrollo espacial ha sido asombroso. Mientras la aplicación de la tecnología aeroespacial a la vida diaria –del GPS a las predicciones meteorológicas– ha superado la predicciones mas optimistas, las ideas de ‘conquista espacial’ de finales del siglo pasado han perdido relevancia. «A finales de los ochenta se pensaba seriamente en poner un pie en Marte en los 2000, ahora es tan solo un sueño para dentro de 50 años o más», asegura desde la Agencia Espacial Europea Ramón Torres, que nos lleva de viaje por los principales hitos aeroespaciales. Un viaje que no tiene límites.

En 1988 mostramos cómo sería la Estación Espacial Internacional
En 1988 mostramos cómo sería la Estación Espacial Internacional

Ramón Torres recuerda con cariño cuando, en 1989, se publicaron "las primeras imágenes de los inesperados anillos de Neptuno, recién capturados por la sonda Voyager-2 en su continuo descubrimiento de nuevos objetos del Sistema Solar, 12 años después de su lanzamiento en 1977". Y es que "el Universo nos guarda sorpresas y la mejor forma de conocerlas es yendo a su encuentro", dice.

Este zaragozano con orígenes en Pedrola dirige el programa Sentinel-1 en la Agencia Espacial Europea (ESA). Forma parte del programa Copérnico, fruto de la colaboración entre la ESA y la Unión Europea y paradigma de las nuevas miradas que hemos comenzado a lanzar sobre la Tierra. Desde 2014, Copérnico ha puesto ya en órbita tres familias de satélites, llamados centinelas (‘sentinels’ en inglés), "y garantiza datos libres y abiertos, continuos y sistemáticos, durante las próximas tres décadas". Torres destaca que es "sin duda el programa más ambicioso de observación de la Tierra jamás puesto en marcha, pues cubre todos sus aspectos: tierra firme, mares y océanos y atmósfera.

En la vida diaria

Al contemplar los últimos 25 años en el terreno espacial, el primer cambio notable que advierte Torres es precisamente "la evolución del concepto de espacio como lugar de exploración a usarlo en la vida diaria, en áreas como meteorología, comunicaciones, televisión y navegación, entre otras". En concreto, "en la ultima década, el espacio se ha evidenciado como principal herramienta para el control de recursos y la monitorización de catástrofes naturales o causadas por el ser humano sobre la superficie del planeta". Además, el espacio "ha pasado del ámbito gubernamental de las décadas anteriores al de negocio, donde la iniciativa privada juega ya un papel importante", añade. Tanto que, en los próximos años, "vamos incluso a ver su uso en áreas de turismo y ocio".

Diversos eventos han marcado el desarrollo espacial en estos 25 años "y, en muchos casos, la evolución de nuestra sociedad por lo que para ella ha representado".

Comenzamos el viaje con "el salto de la exploración espacial al Sol y los planetas mayores, con las primeras órbitas alrededor del Sol (1992), Júpiter (1995) y Saturno (2004), ensanchando los dominios de la exploración espacial".

En 1998 se empieza a construir la Estación Espacial Internacional, "primer proyecto espacial de colaboración mundial para fines pacíficos y beneficio de la humanidad".

La definición del programa de navegación Galileo (2003) supone "el compromiso europeo para asegurar por primera vez la navegación civil, independiente del GPS de control militar estadounidense".

En 2012 asistimos a la salida del Sistema Solar del primer objeto fabricado por el ser humano: la sonda Voyager-1, lanzada en 1977, "después de hacernos cambiar poco a poco la visión del Sistema Solar que teníamos, a su paso por cada uno de los planetas exteriores, y descubriendo poco a poco lo que ahora conocemos".

"El compromiso europeo por la sostenibilidad del planeta" queda rubricado con la puesta en marcha del programa Copernicus, que ofrece desde 2014 "datos para el control de emergencias y catástrofes, gestión de recursos naturales, estado del medio ambiente y de la explotación de tierras y océanos, de forma constante y sistemática".

Ese mismo año, el primer aterrizaje controlado en un cometa (Churyumov–Gerasimenko) de la sonda Rosetta de la ESA, "hace posible lo imposible".

¿Encontraremos vida ahí fuera?
"Hemos encontrado agua en Marte y tenemos muy claros indicios de agua en Europa, Ganímedes y Calixto en Júpiter, menos claros en Enceladus, Titan y Mimas en Saturno, e incluso, recientemente, en exoplanetas", recuerda Ramón Torres. Ese hallazgo significa que "todos ellos podrían albergar alguna forma de vida básica como la conocemos en la Tierra, en forma de organismos como las células que nacen, se desarrollan y mueren". Pero, aunque teóricamente es así, hay que ser realistas: "Por una parte, buscar células en planetas o satélites a lo que no se ha llegado (o si se ha llegado, se ha hecho en áreas y con instrumentos muy limitados) es tremendamente difícil; y, por otra, también es posible que haya otros organismos que realicen las funciones de nacer, desarrollarse y morir de forma diferente a como la conocemos sobre la Tierra".

¿Qué mundos hemos alcanzado con nuestras misiones y cuáles siguen siendo un reto?
A día de hoy, "podemos decir que, de una manera u otra, hemos ‘visitado’ todos los planetas del Sistema Solar –menos Mercurio, hacia el que la ESA lanza la sonda Bepi-Colombo– y gran parte de sus lunas o satélites". Hemos hecho aterrizar sondas en Venus y en Titán, varias veces en Marte, e incluso en un cometa de 4 km de tamaño (Churyumov–Gerasimenko). Y hemos llevado a seres humanos a la Luna". Son las pruebas superadas.

Entre los próximos retos está, "sin duda, un viaje tripulado a Marte", aunque, mientras "a finales de los ochenta se pensaba seriamente en poner un pie en Marte en los 2000, ahora es tan solo un sueño para dentro de 50 años o más", reconoce. Pero no es el único desafío. También se planea "el aterrizaje de sondas en las interesantísimas lunas de Júpiter, Saturno e incluso Neptuno y, cómo no, la continuación de la búsqueda de mundos como el nuestro más allá del espacio interestelar".

Desde su punto de vista, "es posible que el Universo tenga límite, pero la buena noticia es que este límite se sigue expandiendo".

El sueño científico de un ingeniero espacial
Tecnológicamente, mi sueño es el establecimiento de una base lunar, no para explotar los pocos recursos lunares, sino para servir de puerta a los viajes tripulados interplanetarios. Y, emocionalmente, la localización de planetas como la Tierra en otros sistemas solares.

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