Por ellas y por nosotras

Las mujeres que nacieron o crecieron en los años de la Guerra Civil abrieron camino para nosotras.

Debemos dar voz a una generación de mujeres que nos precedió.
Debemos dar voz a una generación de mujeres que nos precedió.
Aránzazu Navarro

Aveces, las personas quedan reducidas a meras marcas pronominales, leves trazos de aire y espuma que las sustituyen, las ocultan, las olvidan… Antes de nosotras, fueron y estuvieron ellas. Muchas ellas que nos fueron caminando el camino. Recuerdo hoy especialmente a aquella generación de mujeres que nacieron o crecieron en los años de la Guerra Civil. Las que, como mucho, y en breves instantes de tiempo roto, aprendieron a leer, a escribir y las operaciones básicas, pero que, en su niñez, pasaron hambre en progresión aritmética y, desde entonces, trabajaron al cuadrado. Las mismas que se casaron y cuidaron la suma de todos los cuidados posibles (abuelos + padres + marido + suegros + hijos…). Aquellas que lucharon por que nosotras fuéramos más allá de la esfera privada que ciñó sus vidas y transitáramos por sendas más igualitarias.

Algunas han enviudado y han pasado de ser cuidadoras a cuidadas e incluso dependientes. Ello les ha hecho conocer lo que es una pensión de viudedad, en ocasiones, por debajo del SMI, y lo que suponen los recortes en la llamada Ley de Dependencia. Pero no se manifiestan ni protestan ni dicen, porque, a veces, han olvidado hasta el contorno de los pasos y de las palabras.

Ellas no son solo un pronombre personal. Son nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras vecinas… Por eso nuestra voz ha de ser la de ellas. Y sus necesidades silenciosas y silenciadas, nuestra demanda incansable, para que no sean olvidadas por las instituciones ni por la sociedad.

María Pilar Benítez es profesora y escritora