Malamente

Los días combinan las malas noticias con las razones para la esperanza.

Rosalía, en un concierto en Los Ángeles.
Rosalía, en un concierto en Los Ángeles.
David Amador-Rivera / Efe

Hay días raros en los que te das de bruces con la vida en sí misma, que arranca con la visión de un chaval tirado en la calle ante la indiferencia de muchos, y, mientras esperas a que llegue la ayuda, te preguntas cómo, cuándo y cuánto hemos cambiado. Que sigue con una enfermera que te recibe con una peineta hecha por sus compañeras en el día de su cumpleaños, con sus claveles reventones, riéndose de sí misma, mientras tú estrenas un regalo retrasado, algo accidentado, pero lleno de cariño y piensas en personas como Pepe o Elena, que te mandan un mensaje porque no te ven, por si te ha pasado algo, y te sientes querida... y ‘buaaaa’.

El mismo día en el que en apenas nueve horas se producen cuatro asesinatos por violencia machista en España, y luego otro más, cinco en una semana, en un terrible recuento hasta ese momento: 38 mujeres y 3 menores este año. Cuando te enteras de que un policía local ha rescatado del Ebro a una joven y un policía nacional consigue salvar la vida de quien intentaba suicidarse. Con más grabaciones de la España de cloacas, de ministros con problemas con sociedades patrimoniales y un presidente solo preocupado por su discurso ante la ONU.

No sé qué haríamos entonces sin el Dúo Dinámico, que viene bien para todo, ese ‘Resistiré’, o ‘Aurora boreal’ que entono a gritos en mi cabeza entre risas y veras que hacen mover a mis maltrechas piernas. Saboreo cómo le cantan las cuarenta a Puigdemont en la televisión belga, y me declaro fan del andalucismo catalán tan rebelde, tan suyo, tan nuestro, el de Miguel Poveda o Rosalía, toda una ‘choni’ que canta ‘Malamente’ en un vídeo con 5 nominaciones a los últimos Grammy Latinos, y que ya han versionado Los Morancos parodiando todo ese embrollo de los másteres. Merece la pena verlo y reírse, porque estamos en la España cañí. En la de verdad.

Y acabo con el pesar de saber que no habrá los 8 errores de Laplace en HERALDO, por los que me peleaba con mi hermano y mi padre cada mañana, a los que tampoco tengo ahora que son todos para mí.