Desconcierto

Recordaba Antón Castro en su artículo dominical, que nunca me pierdo, una gran frase de Felicitas Saz: “¿Será verdad tanta mentira?”. La tan nombrada 'posverdad' de los últimos tiempos lo ennegrece todo y es pegajosa como el chapapote. Y acabas dudando hasta de tu propia identidad. Esta semana he leído varias noticias desconcertantes. Una de ellas no era una noticia, era una entrevista a un científico que afirmaba que las emisiones de CO2 no estaban relacionadas con el supuesto calentamiento del planeta. Desconcierto total. Me gustaba más el mundo cuando la verdad era lo contrario de la mentira; cuando la verdad siempre triunfaba, como en “Testigo de cargo” y como en otras películas de juicios, o como en las novelas de Agatha Christie. No existía entonces el mundo líquido de Bauman.

Otra noticia desconcertante decía que la mayor esperanza de vida en España es la de la Comunidad de Madrid. Nadie adivinaría ese dato si pensáramos en la nube de contaminación permanente, la famosa boina, bajo la que vive desde hace décadas la mayoría de la población de esa comunidad. Si las estadísticas no engañan, que cualquiera sabe, ¿quiere eso decir que el CO2 y otras emisiones contaminantes no solo no contribuyen al calentamiento global sino que claramente alargan la vida del ser humano? Me gustaba más el mundo cuando el aire puro de la montaña devolvía la salud a los enfermos, cuando nos horrorizaba la 'boina' de Madrid y, durante unos instantes, nos sentíamos afortunados por vivir en provincias.