Por fortuna –para qué negarlo- la otrora clásica estampa playero veraniega con el arenal plagado de bañistas y turistas marcando paquete, bañador-tipo-slip (o 'turbo packet') mediante, es a día de hoy poco menos que un 'viejuno' recuerdo de aquellas maravillosas vacaciones. Cada vez son menos los hombres que apuestan por emplear dichas prendas. Casi podría decirse que el bañista con 'slip' es una especie en peligro de extinción…

…Una afirmación que, tal vez, tenga algo de literal. Un reciente estudio ha confirmado que el uso y abuso de ropa interior ceñida o ajustada afecta a la cantidad y calidad del semen masculino. Más en concreto los investigadores constataron que, comparados con los usuarios del bóxer clásico -el suelto-, los usuarios de slips presentaban una menor concentración y cantidad total de espermatozoides (un 25% y 17% menos respectivamente); y con un 33% menos de movilidad. Y no solo eso, sino que los forofos de la ropa interior ceñida presentaban niveles significativamente superiores de la hormona estimuladora folicular (FSH), que, producida por la glándula pituitaria, estimula la producción de esperma. Un síntoma de que el cerebro detecta e intenta reaccionar ante la disminución de dicha producción.

La explicación a este déficit no es en absoluto desconocida: el semen masculino es extremadamente sensible y vulnerable frente a la temperatura y a un aumento de la misma. La temperatura óptima está dos grados por debajo de la que existe en el interior del organismo en la región abdominal. Es por eso que los testículos se encuentran fuera del cuerpo, para asegurar su correcta refrigeración. Pero la ropa interior ajustada hace exactamente lo contrario, aprieta los testículos de nuevo contra el abdomen, con lo que aumenta el riesgo de sobrecalentamiento.

Dicho esto, los autores el estudio también aseguran que, así y todo, los adeptos al calzoncillo-tipo-slip no tienen por qué preocuparse, ya que si bien la cantidad y calidad de su esperma es sensiblemente inferior, sigue estando dentro de los límites considerados normales.

¿Y los bañadores?

En lo que no ha indagado el estudio es si la cosa cambia cuando se trata de la dicotomía entre bañadores slip o shorts. Porque en este caso al efecto reseñado hay que sumar el sobrecalentamiento que supone estar durante horas en la playa, expuestos al calor y al sol estival. Y con circunstancias agravantes como es que la mayoría de slips son negros u oscuros, con lo cual absorben mayor radiación. Y, peor aún, que en la playa se permanece mucho tiempo sentado o tumbado -boca abajo- sobre la arena. Esa misma que te abrasa los pies en cuanto te descuidas. Debido a que, a diferencia del mar, refleja poca radiación solar incidente. Por el contrario, absorbe y almacena la mayor parte, lo que motiva un evidente aumento de temperatura. Por eso, un termómetro a ras de arena marca valores significativamente más elevados que los que señalan la temperatura ambiente -y, en fin, si te quema los pies, qué no hará con tus testículos-.

Y a todo lo anterior hay que sumar que muchos los adeptos al slip lo suelen ser también de su cuerpo serrano y prefieren permanecer plantados en la arena que refrescarse en el agua -aunque concedo que tal vez esto sea solo una impresión subjetiva, forjada por mis recuerdos de infancia-.

Visto lo visto, es plausible cuando menos plantearse si la extinción de los bañistas-con-slip no será consecuencia de una más acusada disminución en la producción y la calidad de sus espermatozoides y, por consiguiente en, ahora sí, sus dificultades para procrear, reproducirse y perpetuar la especie. En definitiva, una demostración de la evolución darwinista resumida en la máxima de que “solo los mejor adaptados sobreviven”. Y es que, en pleno 2018, seguir usando braga náutica parece un vestigio del pasado y lo que toca es adaptarse (y adoptar) las nuevas tendencias de la moda, en forma de coloristas bermudas (o al menos eso me asegura mi hija).

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