Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una corriente de olas de calor

Estos episodios meteorológicos tienen que ver con el 'sistema climatizador' que regula y controla la temperatura y la meteorología de nuestro hemisferio.

Dos niños combaten el calor refrescándose en el Parque Grande de Zaragoza
Dos niños combaten el calor refrescándose en el Parque Grande de Zaragoza
Guillermo Mestre

Inmersos como estamos en plena ola de calor, con temperaturas que baten registros día sí, día también; da vértigo pensar en que este tipo de episodios meteorológicos extremos se vuelvan cada vez más frecuentes, intensivos y prolongados en los próximos veranos.

Pero, de hecho, cada vez son más las evidencias y estudios que apuntan en este sentido. Y que además señalan al cambio climático provocado por la actividad humana como principal responsable de que estas anomalías cada vez lo sean menos.

El más reciente, un estudio divulgado hace apenas unos días y efectuado por investigadores de la World Weather Attribution (WWA). Pese a que su análisis se centra en el norte de Europa -en las olas de calor experimentadas en los últimos meses en la región comprendida entre la península escandinava, los Países Bajos e Irlanda-, las conclusiones son extrapolables al resto de Europa y el hemisferio norte, toda vez que las causas de tales anomalías tienen que ver con el 'sistema climatizador' que regula y controla la temperatura y la meteorología de nuestro hemisferio, por decirlo de un modo intuitivo. Esto es, la circulación atmosférica y oceánica responsables del transporte de masas de aire y agua y, con ello, del intercambio de calor entre las regiones polares y tropicales. Y la conclusión fundamental es que dicho sistema climatizador cada vez está más deteriorado y renquea más a menudo. Con el riesgo de que acabe por dejar de funcionar de forma permanente.

Asimismo, resulta cada vez más evidente que la causa principal es una perturbación o alteración cada vez más recurrente en el 'jet stream' o corriente en chorro polar. Perturbación que a su vez está motivada por el cambio climático propulsado o acelerado por el ser humano. Y que se manifiesta en un paulatino aumento de la temperatura de las aguas superficiales oceánicas y, sobre todo, en un drástico calentamiento del Ártico.

Pero ¿qué es la corriente en chorro o 'jet stream'? Precisamente eso, una poderosa corriente o 'río' de aire -o viento-, de 200 a 400 km de ancho y localizada en los límites de la troposfera, en torno a los 8.000-12.000 metros de altitud, que se desplaza a más de 200 km/h en dirección Oeste-Este por efecto de la rotación del planeta. Estas corrientes -porque hay dos principales en cada hemisferio, una polar y otra tropical- se forman a lo largo de la frontera entre dos masas de aire adyacente con una gran diferencia de temperatura entre ambas. La corriente en chorro no circula siempre exactamente por la misma ruta, sino que, en función de la temperatura y el volumen de las masas, la corriente resultante serpentea, ondula e incluso puede bifurcarse. Aunque, al mismo tiempo mantiene una pauta o patrón más o menos constante.

Pues bien, en el caso de la corriente en chorro polar -la que nos ocupa y preocupa a efectos de esta noticia-, se origina cuando se encuentran el aire frío que desciende del polo y el cálido que asciende desde el trópico. De ahí que el súbito calentamiento del Ártico -y en consecuencia el 'debilitamiento' de la masa de aire polar- esté provocando en los últimos años cada vez más alteraciones en su régimen de circulación 'normal'. Tanto que no se descarta que se acaben por convertir en la nueva normalidad.

Así pues, o se adoptan con carácter urgente medidas para limitar y contrarrestar en la medida de lo posible este calentamiento global acelerado o corremos el riesgo de acabar permanentemente subidos en la cresta de la ola… de calor.

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