Cuanto más próximo a la costa vives, mejor es tu salud física y mental. No es ni mucho menos una conclusión precipitada, sino fundamentada en el historial clínico de 48 millones de británicos analizados no hace mucho por investigadores de la Universidad de Exeter. A menos de un kilómetro de distancia del mar el impacto sobre la salud es enorme, según revelan los datos. Principalmente, sospechan, por el aumento de oportunidades para hacer ejercicio físico y mantener una vida más activa. Pero también porque los niveles de estrés en zonas costeras son más bajos.

El sonido de las olas tiene mucho que ver con el efecto calmante del océano. En el cerebro humano, este run run natural hace que la red neuronal por defecto -las neuronas que persisten activas cuando la mente divaga- se active de un modo radicalmente opuesto al que caracteriza a los estados de ansiedad. Nuestra atención se vuelca hacia el exterior. Además de que el sistema nervioso autónomo se relaja y disminuye la actividad del sistema simpático del cerebro (de lucha-huida) y aumenta la respuesta parasimpática (de reposo-digestión).

Que la vista se inunde de azules también tiene consecuencias. Tal y como sacaba a la luz hace unos años la revista 'Science', el color del mar favorece el pensamiento creativo y la afluencia de ideas. Quizás eso expliqué que Dalí encontrara inspiración mirando al mar en Cadaqués, o que la escritora de misterio Agatha Christie pasara muchas de sus vacaciones haciendo surf en parajes como Hawái o Gran Canaria.