Mejor será que sincronicemos nuestros relojes. Porque en esta ocasión se trata del hipertiempo y de la posibilidad de controlarlo acelerando tu estructura molecular gracias a una tecnología supersecreta que no debe caer en las manos equivocadas. O, mejor dicho, se trata de identificar el gazapo presente en este diálogo. Y es que ya no es cuestión de controlar ni el hipertiempo ni el tiempo 'ordinario', sino de controlar sobre lo que implica hacer que tus moléculas se muevan más rápido. Y si ni con estas lo ves claro, no dudes en ponerte en hora en 'Que la ciencia te acompañe'.

El diálogo

-La semana pasada un exalumno me mandó el proyecto para Laboratorios Q.T. en el que trabajaba. ¿Te acuerdas de Earl Doppler, verdad?, uno de mis mejores estudiantes –le explicó el Dr. Gibbs a su hijo Zak.

-¡Ese marciano! Venía a casa y se comía toda la ensaladilla –respondió Zak constatando que lo recordaba muy bien.

-No es un marciano, un poco excéntrico quizás. En fin, se trata de un proyecto supersecreto. Supongamos que, hipotéticamente, fuese posible acelerar tu estructura molecular hasta que el resto del mundo pareciese estar parado.

-Mola.

-Se llama hipertiempo. Imagínate, podría realizarse una delicada operación entre latido y latido. Esa tecnología revolucionará la medicina, la ciencia, los viajes.

Un poco más adelante (en el tiempo, claro) y tras experimentar en compañía de su amiga Francesca los efectos del hipertiempo en sus propias carnes por obra y gracia de un 'reloj' muy peculiar de la 'marca' Q. T., Zak Gibbs analiza lo que ha sucedido:

-Q.T. es donde trabaja Doppler. Es el asunto en el que estaba trabajando mi padre. Me dijo que si acelerásemos nuestras moléculas el resto del mundo parecería estar parado. El tiempo no está parado, nosotros nos movemos super rápido. Me dijo que era algo teórico. No sabía que había construido este chisme.