Mandan las chicas

Taller sobre reciclaje y residuos celebrado este jueves en un aula del colegio Santa Ana de Huesca.
Imagen de recurso de un aula en el colegio Santa Ana de Huesca.
R. C.

A los cinco años mi hijo afirmó con rotundidad que en su escuela ‘mandan las chicas’. Dado que entonces él empleaba el término ‘chica’ para aludir al sexo femenino en general, yo entendí que se refería al dominio de la mujer en su colegio. Mujeres son sus profesoras, el personal de cocina y comedor, el de limpieza, el de actividades extracurriculares y todo el equipo directivo. Por curiosidad, le pregunté al niño por la ‘chica’ que más mandaba de todas, suponiendo que se trataría de la excelente maestra que ha tenido desde los tres años, quien a sus ojos es la personificación de la mismísima Minerva, con un toque oportuno de Sarasvati.

Sin embargo, mi hijo me sorprendió. Según él, las chicas que más mandan en su escuela son sus condiscípulas de tercero de infantil, sobre todo cuatro o cinco niñas perfectamente identificadas. A la vez, me di cuenta de que el chico cada vez es más consciente de que su madre no es solo ternura y afecto, sino también un poder que impregna toda la vida familiar. Y a mí me complace enormemente el conocimiento sobre el universo femenino que el muchachito está empezando a adquirir, especialmente por lo que se refiere a su relación cotidiana con las niñas de su clase y con el entorno femenino de su escuela. Como yo no tuve esa experiencia, al igual que mis mayores y gran parte de mi generación, quedé emocional e intelectualmente afectado de por vida.

Por eso aprecio tanto que mi hijo comparta con niñas todo su tiempo escolar. Y por eso, por más que sea una opción respetable cuya financiación pública ha sido refrendada por el Tribunal Constitucional en una sentencia reciente, a mí me es imposible apreciar favorablemente un sistema educativo con segregación por sexos en las aulas. Además, me resisto a que se presente esta vieja idea como un dechado de eficiente posmodernidad académica. No logro ver las virtudes de semejante frontera, pero, sobre todo, temo que con ella se incremente el ejército de lisiados del que yo formo parte.