Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Motivos científicos para coger la bici

Pedaleando con intensidad, no en modo paseo, no solo se ganan competiciones como la Vuelta a Aragón, sino que también se suman años a nuestra esperanza de vida.

Sabiñánigo se vuelca con Jorge Arcas y Jaime Castrillo en la salida de la Vuelta Aragón
Sabiñánigo se vuelca con Jorge Arcas y Jaime Castrillo en la salida de la Vuelta Aragón
Laura Zamborain

La ascensión al pico Cerler parece interminable. A Mikel Bizkarra le arden las piernas, pedaleando sobre su bicicleta. Pero no está dispuesto a rendirse. Aguantará el tirón. A más de un kilómetro de la meta, sorprende atacando la cuesta con una fuerza inusitada. Deja atrás a sus contrincantes, que son incapaces de seguir su ritmo. Será el primero en llegar a la cima de la última etapa de la Vuelta a Aragón, que renacía este mes de mayo después de catorce años sin disputarse.

Lo que puede que Bizkarra ignore es que, pedaleando con esa intensidad, no solo obtiene triunfos deportivos, sino que también le suma años extra a su esperanza de vida. De demostrarlo se encargaron hace unos años investigadores de la Universidad de Valencia. Estudiando a 834 ciclistas franceses, italianos y belgas que habían participado en el popular Tour de Francia, demostraron que la práctica del ciclismo a nivel profesional aumentaba su esperanza de vida un 17%. "Mientras la edad a la que la mayoría de la población muere es de 73,5 años, los participantes en el Tour de Francia sobreviven hasta cumplir 81,5", concluían los autores. Ocho años más. "Nuestro hallazgo confirma la importancia de ejercitarse sin tener miedo a que quedar exhaustos resulte perjudicial para la salud", reflexionaban los científicos valencianos.

Por si cabía alguna duda al respecto, un año más tarde un estudio realizado en Copenhague aportaba nuevos datos. Después de realizar un seguimiento exhaustivo durante 18 años de la salud de 5.000 hombres y mujeres que montaban en bicicleta a diario comprobaron que aquellos que pedaleaban con intensidad suficiente para quedarse sin aliento vivían más que quienes se desplazaban sobre la bicicleta a una velocidad que les permitía mantener una agradable charla. El ciclismo practicado con alta intensidad, y no en modo paseo, reducía la mortalidad y los problemas cardiovasculares.

El sistema inmunitario también sale bien parado cuando pedaleamos. Una investigación realizada a principios de año constataba que usar la bici con frecuencia rejuvenece nuestras defensas. Según revelaban hace poco en la revista 'Aging Cell', la clave se encuentra en una glándula llamada timo, encargada de fabricar los linfocitos T. En condiciones normales, una vez que cumplimos 20 años la actividad del timo se reduce. Con una excepción: en los ciclistas de avanzada edad esta glándula genera tantos linfocitos T como la de los jóvenes.

¿Pero qué hay de la fertilidad masculina? ¿Acaso no es cierto que montar en bicicleta la compromete? Ni mucho menos, aseguran desde el Departamento de Urología de la Universidad de California en San Francisco (EE. UU.). Gracias a un estudio internacional en el que han participado 2.774 ciclistas, 539 nadadores y 789 runners, han demostrado que la salud sexual y urinaria de los que practican deporte sobre dos ruedas no es inferior que la del resto de atletas. Es más, los datos apuntan a que los ciclistas de alta intensidad tienen mejores erecciones que los que pedalean a una intensidad baja.

Para notar los beneficios de pedalear no hace falta subir a altas cumbres. Moverse en bicicleta por la ciudad también nos sienta bien. Otro trabajo reciente revela que la incidencia de cáncer se reduce un 45% practicando ciclismo regularmente, las enfermedades cardíacas descienden un 46% y las muertes por cualquier causa caen un 41%. A lo que se suma que desplazándonos sobre dos ruedas hasta el trabajo reducimos los niveles de estrés y mejoramos el rendimiento laboral.

Incluso el bolsillo lo agradece. Porque sale seis veces más caro para los individuos (y para la sociedad) desplazarse en coche que en bicicleta, según estima un estudio realizado en Copenhague, ciudad famosa en todo el mundo por su cultura ciclista. El cambio de las infraestructuras en favor de los pedales está más que justificado desde el punto de vista de la salud, pero también de la economía, concluyen los investigadores daneses.

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