La pirámide del miedo

La pirámide del miedo
La pirámide del miedo
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En los años cuarenta, Maslow propuso su teoría de la jerarquía de las necesidades humanas y cómo las satisfacemos ordenadamente. Su hipótesis dice que es difícil alcanzar niveles superiores si no hemos respondido a los más primarios. La autoestima y la autorrealización son inalcanzables si las necesidades fisiológicas básicas nos apremian. Ejemplos sobran para ver lo que somos capaces de hacer en estados de necesidad. La idea básica de Maslow parece funcionar.

Quiero aprovechar las ideas de este gran psicólogo norteamericano para hacer un paralelismo con la situación que sufrimos las mujeres. Podemos construir una pirámide análoga en la que reflejemos los miedos y temores que atañen a nuestro sexo. El primer escalón corresponde a la necesidad de seguridad física, de no ser atacadas por el mero hecho de que las mujeres somos físicamente más débiles que los hombres (el dimorfismo sexual del ‘Homo sapiens’ es así). En el segundo escalón, el referido a la seguridad, están ubicados los temores relacionados con la posibilidad de desarrollarnos por nosotras mismas, sin necesidad de un hombre que nos consiguiera los medios básicos de subsistencia. Si seguimos subiendo, el siguiente peldaño corresponde a aquel que nos permite a las mujeres tener nuestras propias relaciones, sin que estas deban ser las mismas que las del varón que nos tutela y sin requerir su aprobación. Los escalones superiores, por no alargar este escrito, son aquellos que permiten a las mujeres alcanzar cualquier nivel en la sociedad de forma igual a cómo lo hacen los hombres, escrutada nuestra idoneidad bajo los mismos criterios y valoración.

Si analizamos las reivindicaciones que hacemos las mujeres, nos daremos cuenta de que muchas de ellas corresponden a niveles bastante superiores. La eliminación de las brechas profesionales (que no solo salariales), la exigencia de una participación más paritaria, el reparto igualitario de las tareas domésticas y de atención a la dependencia, el derecho al control de la maternidad, etc., se corresponden con necesidades superiores, como si no debiéramos ya preocuparnos de las más básicas, ya plenamente satisfechas. Pero, ¿es esto realmente cierto?

Tras la polémica sentencia del caso de la Manada, no estoy segura. ¿Dónde ubicar, dentro de esta pirámide del miedo, la necesidad de resistirse a una agresión sexual, con riesgo físico para la víctima, para que sea considerada como tal? Tengo claro que en lo más bajo de la pirámide, allí donde solo atendemos a las necesidades de supervivencia pura y dura. Mi tesis es, como proponía Maslow, que si todavía debemos preocuparnos de asegurar nuestra propia subsistencia de forma individual, ya que los mecanismos de protección colectiva que nos hemos dado no lo hacen, es imposible que logremos ascender y lograr metas superiores. Si la sociedad en la que vivimos no garantiza la seguridad física de las mujeres, ¿cómo vamos a conseguir eliminar el resto de los comportamientos machistas? En las sociedades prehistóricas, de cazadores y recolectores, todos los seres vivos eran presas y depredadores. No se permitían fallos. Los leones también deben tener cuidado de sus crías porque, si no, las hienas se las comen. ¿Tenemos las mujeres que estar continuamente alerta para no ser víctimas de estos depredadores? ¿Es esta la sociedad de valores que predican algunos no queriendo reconocer que solo son excusas para justificar su creencia en la desigualdad entre mujeres y hombres?

Quiero decir que, más allá del último y escandaloso caso, muchos hombres nos exigen a las mujeres actitudes heroicas para tener en cuenta nuestro testimonio. No debe haber una muerta en cada violación para que esta sea tal. No es posible que algunos jueces digan que no esté probado que la víctima no disfrutó durante la agresión. Es del todo inaceptable que un político ponga como prueba de que no hizo uso de prostitutas que a su edad la fisiología ya no responde, pero que le hubiera gustado.

Mujeres, si no salimos del lodazal en el que estamos, lo único que podemos hacer por ahora es seguir luchando por nuestra supervivencia, ya que todavía estamos en lo más bajo de la pirámide del miedo. Por si alguien no se había dado cuenta, Maslow, miedo y mujeres todas empiezan por eme.