¿De dónde viene la expresión ser un 'viejo verde'?

Enrique IV de Francia tiene el dudoso honor de ser el protagonista de esta referencia, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVI en la ciudad de París.

Imagen de la estatua ecuestre erigida en París en honor a Enrique IV de Francia.
Imagen de la estatua ecuestre erigida en París en honor a Enrique IV de Francia.

A lo largo de la historia, los reyes han protagonizado historias de lo más rocambolescas, extravagantes y excéntricas. Hijos ilegítimos por doquier, ejecuciones en masa, guerras interminables… La lista es inmensa. El poder absoluto del que gozaban y el contexto de la época en la que se vivía daban lugar a situaciones que en la actualidad serían inconcebibles.

Algunos de estos acontecimientos y anécdotas en los que se hayan implicados diversos monarcas, de hecho, están en el origen de expresiones populares que se utilizan con frecuencia hoy en día. Así, ‘Irse por los cerros de Úbeda’ se debe a que Fernando III de Castilla, en plena Reconquista, le pidió a uno de sus subalternos que vigilase unos cerros próximos a esta localidad. Al llegar allí, el hombre quedó prendado de una mujer y no completó su misión. Cuando al rey le preguntaron por ello, contestó que se había extraviado por los cerros de Úbeda. O ‘Se armó la de San Quintín’, que hace mención a la batalla homónima de 1557 que las tropas de Felipe II ganaron a los franceses y que causó miles de muertos.

Un rey converso

Pero hay una expresión que, aunque es de mucho peor gusto, se utiliza tanto o más que las anteriores. Se suele emplear ‘viejo verde’ para referirse a una persona de avanzada edad cuyo comportamiento es tan empalagoso que resulta incómodo para la gente de su alrededor, llegando a provocar repulsión. Lo que muchas personas no sabrán es que quien tiene el dudoso honor de ser su protagonista es el rey Enrique IV de Francia (1553-1610). El mismo autor de la frase "París bien vale una misa", que pronunció tras renunciar al protestantismo y convertirse al catolicismo para poder ser rey, fue también el primer ‘viejo verde’.

Tras ascender al trono en 1594 y convertirse en el primer Borbón en ser rey de Francia, Enrique IV trató de acabar con los conflictos religiosos que asolaban al país por entonces con una nueva política de tolerancia. Asimismo, consiguió acuerdos con países que hasta hace solo unos años habían sido grandes enemigos, como España. De esta forma, fue consolidando su poder con los años y con él, el de Francia en el panorama internacional.

En líneas generales, fue un monarca querido por el pueblo y logró cierta estabilidad dentro de sus fronteras. No obstante, con el tiempo, sus intereses se ampliaron a otros menesteres. Tanto que en París fue corriendo el rumor de que el soberano sentía debilidad por un parque que se encontraba en la parisina Isla de la Cité. Allí, decían las malas lenguas, pasaba las horas vestido de verde, un color que sentía que le favorecía notablemente, y disfrutando de la compañía de una gran cantidad de chicas muy jóvenes. Este chisme se extendió de forma considerable por la sociedad gala, que empezó a referirse a Enrique IV de Francia con este despectivo nombre.

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