Por
  • Pilar Cernuda

Indignación en la calle

Concentración en Teruel contra la sentencia a los miembros de La Manada
Concentración en Teruel contra la sentencia a los miembros de La Manada.
Antonio García / Bykofoto

Los hechos protagonizados por ese grupo de jóvenes que se autodenominan la Manada hace casi dos años producen una profunda repugnancia; la decisión del tribunal que los ha juzgado, una profunda indignación. Sin embargo, a pesar de que la Fiscalía va a presentar recurso, son muchos los juristas que afirman que los magistrados se han limitado a cumplir con lo que establece la ley. Ponen como ejemplo que el voto discrepante en el tribunal no fue por considerar poco dura la sentencia, sino porque uno de los tres jueces se inclinaba por la absolución. Recuerdan que los jueces deben atenerse a lo que indica la ley, sin dejarse influir por sus condicionamientos personales, por la presión de la calle o de los medios de comunicación. La ley, lo que importa es la ley, insisten. Y si la ley está alejada del sentir de los ciudadanos, lo que hay que hacer es cambiarla.

Tienen razón esos juristas, aunque duela. Aunque indigne que esos delincuentes, asaltantes, agresores, machistas, torturadores, cuya sola presencia y lenguaje soez e irrespetuoso provoca repulsión, hayan sido condenados a una pena que no parece de ninguna manera suficiente. En pocos años recuperarán la libertad, en unos meses podrían pedir permiso y, si encuentran autoridades penitenciarias que los califiquen con buena conducta, se les concedería.

Agredir sexualmente a una mujer sale barato, la mentira, el engaño, la depravación, todo sale barato. Es inadmisible que salgan tan bien parados cinco tipos que no solo agredieron sexualmente a una joven acosándola y cercándola en un portal sin posibilidad de escapatoria, sino que además se jactaron de su ‘hazaña’ antes de ser detenidos y enviados a prisión preventiva.

Cualquier persona con un mínimo de sentido común considera que lo que ocurrió en aquel portal fue una violación en toda regla; rodeada de cinco bestias dispuestas a todo, una joven aterrada ni siquiera se atrevió a plantarles cara, temiendo un mal peor. Pero los que vieron el vídeo fueron los tres jueces, los que escucharon y analizaron las declaraciones fueron los tres jueces, los que conocen perfectamente la diferencia que hace la ley entre violación y abuso sexual son los jueces, los que han estado cinco meses estudiando cada detalle, cada palabra, cada calificativo de las declaraciones fueron los tres jueces. Y el que mostró discrepancias con el veredicto no fue porque no encontrara pruebas de violación, sino porque no encontraba pruebas de lo que exige la ley para que el delito sea considerado abuso sexual.

Se comprende que la calle esté encendida, rabiosa, disconforme, indignada… Pero los tribunales deciden en función de lo que recoge la ley. Y, además, cabe presentar recurso si los fiscales consideran que existen motivos para el desacuerdo con la sentencia, de manera que una instancia superior la revisará en todos los términos. El Estado de derecho garantiza exactamente eso: que se cumpla la ley. Aunque cueste, aunque el comportamiento de la Manada sea una ignominia con todas las letras.