Tercer Milenio
En colaboración con ITA
Vacaciones soñadas: del lujo 'astro' a lo chic terrenal
En vísperas de inaugurar el primer hotel espacial: la Aurora Station, nos preguntamos: ¿volver al planeta Tierra a veranear serán las vacaciones soñadas del futuro?
El presente: el turismo espacial más exclusivo
El pasado jueves 5 de abril la compañía estadounidense de tecnología espacial Orion Span anunciaba su intención de abrir, en 2022, el primer hotel en el espacio: la Aurora Station. Una lujosa estación espacial dotada de suites privadas y numerosas ventanas desde las que disfrutar de las vistas. Se situará en órbita a 322 kilómetros sobre la superficie terrestre. Y tendrá capacidad para seis clientes además de los dos miembros de la tripulación. La oferta, que incluye una preparación previa para viajar al espacio y el consiguiente certificado de astronauta, promete una estancia de 12 días en la que vivir una auténtica experiencia astronáutica: flotar en gravedad cero, contemplar auroras boreales desde el ángulo contrario, degustar el menú típico de los astronautas o cultivar plantas en el espacio. Y todo ello por el módico precio de 9,5 millones de dólares.
Así será por dentro el hotel Aurora Station. Orion Span
Una nueva e irresistible oferta turística con la que, de momento, el común de los mortales solo se puede permitir soñar, y que se viene a sumar a otras futuristas propuestas de turismo. Como la estancia en hoteles íntegramente robotizados, donde todo el personal son robots, como el hotel Henn-na, en Sasebo, Japón, y donde el cliente es atendido por una plantilla integrada por tres robots recepcionistas multilingües, uno con aspecto humanoide y los otros dos con aspecto de dinosaurio; un carrito maletero; un brazo articulado encargado de recoger y descargar el equipaje y un asistente personal dispuesto en la mesilla de la habitación. O cruceros con camareros robóticos dispuestos a prepararte el cóctel más sorprendente.
El futuro: una estancia en la Tierra primigenia
Con nuestro planeta convertido en una suerte de santuario de la vida y su diversidad, una reserva de la biosfera única, y la humanidad viviendo en enormes estaciones espaciales o recluida en edificaciones construidas en otros mundos que han sido colonizados, la oferta turística más exclusiva y deseada en el siglo XXV, es una estancia de dos semanas en la Tierra.
La Tierra, desde la ISS. NASA/Reid Wiseman
Con todos los lujos imaginables: correr por una pradera sintiendo todo el peso de la gravedad, dormir a la intemperie bajo las estrellas que inspiraron a nuestros ancestros calentado por el fuego de una hoguera, bañarse en el mar o refrescarse en el ensordecedor chorro de una cascada, disfrutar de los paisajes genuinamente terrestres y del olor de la hierba o el bosque, pisar la arena de una playa acariciado por los rayos de sol o la nieve de una cumbre montañosa, refugiarse en sencillas chozas construidas con ramas y hojas, gozar del genuino sabor de la carne de un animal salvaje recién cazado o pescado y de verduras cultivadas en la tierra terrestre, saborear fruta que uno mismo puede recolectar al momento del árbol, beber agua directamente de los manantiales Siempre atendidos por personal aborigen, genuinos terrícolas nacidos en el planeta y que nunca lo han abandonado. Y todo ello totalmente real, y no generado a través de sofisticados programas de realidad virtual. ¿Serán las vacaciones soñadas del futuro?