Ciudadanía activa

Oficina de la Agencia Tributaria
Oficina de la Agencia Tributaria
Heraldo.es

Ha comenzado la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado en la misma semana que arranca la campaña de la renta, una conjunción en la que confluyen dos de las principales acciones políticas de un Estado de derecho: la recaudación y la inversión del erario. Además del voto, la ciudadanía se ejerce pagando impuestos, la única manera conocida de sostener el Estado de bienestar. Aunque la capacidad de influir en nuestros diputados a la hora de repartir el dinero que previamente los contribuyentes hemos abonado es más bien escasa –más allá de negociaciones parlamentarias que no suelen tener en cuenta a los colectivos sociales–, el cumplimiento fiscal aporta la imprescindible fuerza moral para exigir a nuestros representantes una escrupulosa gestión de un dinero que es tanto más sagrado cuanto es de todos.

Pagar impuestos es una manera responsable de reivindicar que no somos exclusivamente unos votantes pasivos. La aportación a la comunidad afianza nuestro derecho y nuestro deber de pedir cuentas a los políticos. No en vano somos nosotros los que –además de aportar los fondos– les damos a ellos el poder de decidir a qué se destinan.

Nos guste o no, el dinero público constituye la principal herramienta política. Por lo mucho que nos cuesta a los contribuyentes conseguirlo y apoquinarlo a la Agencia Tributaria y por puro compromiso social, lo recaudado debería intentar distribuirse de manera equitativa y proporcional, por encima de los intereses partidistas, las estrategias electorales y las contiendas políticas que lamentablemente marcan cada año la aprobación de los Presupuestos del Estado.

Solemos votar cada cuatro años y olvidarnos después, pero satisfacemos los impuestos todos los años. Por eso no me atrevo a destacar cuál de estos dos compromisos democráticos me parece más importante. Lo que es obvio es que ambos conforman el perfil más completo de lo que significa ser ciudadano: "Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes", según recoge la tercera acepción del término en el diccionario de la Real Academia.

Que ustedes tributen bien.