Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La tecnología que permitió a Hawking moverse, hablar y escribir

El científico más famoso del mundo pasó más de media vida sentado junto a sensores y microprocesadores que le permitían relacionarse, escribir libros y dar charlas con su tan reconocible sintetizador de voz.

Stephen Hawking, en su silla, en una conferencia ofrecida en 2006 en Jerusalén
Stephen Hawking, en su silla, en una conferencia ofrecida en 2006 en Jerusalén
EFE / Jim Hollander

La silla de ruedas de Stephen Hawking era a la vez un ordenador con el que se comunicaba y cuya tecnología tuvo que evolucionar conforme su enfermedad progresaba.

Según su autobiografía ‘Breve historia de mi vida’, la primera silla de Hawking fue manual; comenzó a usarla alrededor de 1970. Cuatro años más tarde probó una eléctrica. Pero el interés del dispositivo no estaba en el motor, sino en la tecnología que le permitía hablar y escribir.

"La tecnología que utilizaba era bastante antigua. Hoy hay cosas mejores, pero él siempre dijo que estaba acostumbrado y no quería cambiar", explica el investigador del Centro de Automática y Robótica (CSIC-Universidad Politécnica de Madrid), Eduardo Rocón.

"Durante un tiempo la única manera que tenía de comunicarme era deletreando palabras letra a letra, levantando las cejas cuando alguien señalaba la letra correcta en una tarjeta. Es bastante difícil mantener una conversación así, por no hablar de escribir un artículo científico", cuenta el físico en su biografía.

Fue entonces cuando uno de los médicos de Hawking contactó con la empresa californiana Words Plus, cuyo programa Equalizer permitía seleccionar palabras en un ordenador mediante un interruptor accionado por la mano. El director de la firma, Walter Woltosz, asegura a ‘Wired’ que se ofreció a donar cuanto hiciera falta al saber que su cliente era el famoso físico.

La primera versión de Equalizer funcionaba en un Apple II conectado a un sintetizador de voz de la desaparecida empresa Speech Plus. El sistema fue adaptado por David Mason, ingeniero y marido de una de las enfermeras de Hawking, para que fuera portátil y se pudiera montar en uno de los brazos de la silla.

Con un solo músculo

En 1997, Hawking conoció al cofundador de Intel, Gordon Moore. Al ver que la silla utilizaba un procesador AMD, le preguntó si quería "un ordenador de verdad". Desde aquel día la empresa ofreció su tecnología para ayudar al físico a comunicarse, en una relación que duró hasta el día de su muerte.

Pero las capacidades motoras de Hawking continuaban degenerando. En 2008 ya era incapaz de utilizar el pulsador. Uno de sus estudiantes ideó entonces un pequeño sensor que, colocado en las gafas, detectaba con luz infrarroja los pequeños movimientos voluntarios de la mejilla. Desde entonces, Hawking ha enviado mails, navegado por internet, dado charlas, escrito libros y hablado usando tan solo un músculo.

"Hoy se utiliza muchísimo el seguimiento de mirada: mueves un cursor con los ojos y escribes frases en un teclado virtual", comenta Rocón. El investigador asegura que es la solución preferida hasta que el control cerebral, hoy todavía experimental, se popularice "en diez o quince años".

Hawking era capaz de comunicar con su pulsador unas quince palabras por minuto, pero conforme su enfermedad avanzaba esta velocidad cayó en picado: "Puedo conseguir tres palabras por minuto", asegura en su autobiografía, publicada en 2013. "Un poco lento, pero yo también pienso despacio", aseguraba con humor.

Predictor de palabras

En 2011 pidió ayuda a Intel, y Moore reunió a un grupo de expertos. El equipo de Intel se puso a trabajar para sustituir el arcaico sistema por algo más acorde al siglo XXI, como los descritos por Rocón. No iba a ser tan fácil: el seguimiento de mirada no funcionaba por la inclinación de sus párpados, mientras que el control mediante encefalograma no obtenía señales lo suficientemente fuertes.

Los pequeños cambios implementados no fueron del gusto de Hawking. Le costaba adaptarse a algo demasiado nuevo. El éxito iba a venir de la mano de un sistema predictivo que ahorraría al investigador la necesidad de tener que escribir cada palabra y adivinaría sus intenciones, tal y como hacen los móviles.

Tras años de trabajo y la colaboración de la empresa de predicción de textos Swift Key, Hawking pudo estrenar su nueva ‘silla’ en 2014. Explicar las singularidades espaciotemporales y los agujeros negros iba a ser un poco menos difícil a partir de ahora.

La voz artificial más famosa del mundo
De toda la tecnología que conectaba a Hawking con el mundo, el sintetizador de voz es el que pasará a la historia. El siglo XXI trajo a Siri y demostró que las máquinas pueden hablar con una voz cada vez más natural, pero el científico nunca renunció a su viejo Speech Plus.

"La voz de una persona es muy importante. Si arrastras las palabras, la gente tiende a tratarte como si tuvieras una deficiencia mental. Este sintetizador era, de lejos, el mejor que había oído, porque varía la entonación y no habla como uno de los Daleks de Doctor Who", escribe en su biografía.

Pero a Speech Plus no le fueron bien las cosas: "Su programa de voz se ha perdido. Ahora tengo los tres sintetizadores que quedan. Son aparatosos, gastan mucha energía y contienen chips que están obsoletos y no se pueden sustituir. No obstante, a estas alturas ya me identifico con la voz que se ha convertido en marca de la casa, así que no voy a cambiarla por otra que suene más natural, a menos que se estropeen los tres sintetizadores". Por suerte nunca tuvo que hacerlo.

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