Un título de Harvard

Un estudio de la Universidad de Harvard señala que las actividades que involucran las  emociones y los sentidos son más beneficiosas para el cerebro
Un estudio de la Universidad de Harvard señala que las actividades que involucran las emociones y los sentidos son más beneficiosas para el cerebro
@harryarts

Tras cientos de millas recorridas con la exasperante parsimonia de las autopistas estadounidenses, tan distinta a la velocidad suicida a la que se circulaba entonces en Europa, llegamos a Harvard cuando atardecía. Pienso ahora en la apariencia que quizás dábamos aquellos dos varones maduros y elegantes junto a dos jóvenes de aspecto informal, por más que a nosotros nos pareciera que solo podía tratarse de dos profesores y sus respectivos discípulos.

El plan era buscar un restaurante donde cenar, pero al salir del hotel nos dirigimos compulsivamente al kiosco de la plaza principal, ese lugar del que tanto habíamos oído hablar porque allí se vendía la prensa de todo el planeta. Aunque solo había pasado una semana de viaje, la patria se nos antojaba muy distante y todos teníamos el mismo síndrome de abstinencia. Mientras conserve la memoria, nunca olvidaré la cara de mis colegas cuando, llegado yo a Nueva York un día después que ellos, preguntado por los diarios españoles que había leído durante el vuelo, respondí que no los conservaba. Por fortuna, el kiosco cumplió las expectativas. Adquirimos las dosis que exigía nuestra adicción y confirmamos que la sustancia se reponía regularmente, solo con dos días de retraso. Así era el mundo más avanzado antes de internet.

Pasamos las siguientes jornadas haciendo turismo universitario, como le gustaba decir al profesor Ernest Lluch, el caballero de quien yo era Sancho Panza en aquel territorio mítico. Al igual que ocurriera unos días antes en Nueva York y en Princeton, en la Universidad de Harvard, con la actitud de quien peregrina a los Santos Lugares, recorrimos frontispicios, vestíbulos, aulas y bibliotecas, cuyos fondos y accesibilidad me impresionaron. Sin embargo, la lección más asombrosa de aquel viaje fue saber que, según colegí de los tablones oficiales, por un curso de una semana se podía obtener un título de Harvard. A cambio de un buen puñado de dólares, claro. Así era el mundo antes de ser ‘online’.