Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Geología. La verdad está en lo profundo

Conocer los distintos episodios de la historia de la Tierra obliga a veces a indagar lejos de la luz. Bajo la superficie del planeta, en la más absoluta oscuridad, se ocultan numerosas páginas donde esa historia está escrita. Llegar hasta ellas y descifrarlas supone a veces toda una aventura geológica.

Pozo de entrada a una cavidad en el macizo de Cotiella (Huesca)
Pozo de entrada a una cavidad en el macizo de Cotiella (Huesca)
Geoparque Sobrarbe-Pirineos

Los seres humanos hemos sido capaces de realizar un hecho científico fascinante: conocer qué ha pasado en nuestro planeta mucho antes de que apareciéramos sobre él. Reflexionemos sobre lo que esto implica. La Tierra tiene unos 4.600 millones de años y nosotros somos, literalmente, unos recién llegados. Sin embargo, hemos aprendido a identificar qué señales imprimen en las rocas los acontecimientos que han sucedido en esta dilatada historia. Sabemos leer sus renglones torcidos en todo tipo de soportes. Así, hemos averiguado cómo eran las geografías pasadas, con continentes y océanos que nada tienen que ver con los actuales. Sabemos de las oscilaciones del clima, de la aparición y evolución de la vida, del alzamiento y ocaso de numerosas cordilleras de las que hoy poco queda.

Uno de los lugares que nos proporcionan más información son las cuevas. Se forman, principalmente, en macizos de roca caliza. Esta roca es soluble y, cuando el agua circula por las fracturas que rompen la roca, va generando una red de conductos que terminan por confluir y salir al exterior originando surgencias o fuentes. El viaje interior del agua da para mucho. Arrastra compuestos químicos y partículas que, en condiciones propicias, construyen dentro de las cavidades depósitos de roca y sedimentos. Genéricamente, a las formaciones allí originadas se las denomina espeleotemas (del griego ‘spelaion’, cueva, y ‘tema’, depósito). Es bien sabido que las que cuelgan del techo al suelo se llaman estalactitas y las de sentido de crecimiento contrario estalagmitas. Ambas pueden confluir dando lugar a una columna. Sin embargo, la variedad de espeleotemas es casi infinita: perlas, ‘gours’, coladas, pavimentos, cortinas… Y a esto hay que añadir los depósitos de arcilla, arena o grava que en casi todas las cuevas se encuentran. Las relaciones entre todos estos elementos, así como las distintas formas de los conductos de las cavidades, nos permiten reconstruir el origen y evolución de una cueva. Pero además, algunos espeleotemas como las estalagmitas llevan escrita la señal del clima del pasado. Que los espeleotemas se formen depende de lo que ocurra en la superficie, por encima de la cavidad. Hay una estrecha relación entre el clima externo y los procesos que son activos dentro de una caverna. Esto las convierte, usando un símil aeronáutico, en auténticas cajas negras del clima terrestre.

Cajas negras del clima

Es preciso penetrar en estos terrenos, a menudo tan hostiles como hermosos, para recuperar estalagmitas, analizar su composición y datarlas. Nos interesa saber la cantidad de isótopos de oxígeno y carbono a lo largo de su eje, pues la abundancia relativa de ellos indicará regímenes térmicos o pluviométricos de distinto tipo. Para datarlas se utiliza el método radioactivo del uranio/torio, que en condiciones adecuadas nos ofrece gran precisión y permite retroceder medio millón de años en el pasado. El estudio de distintas estalagmitas en cavidades de variados ámbitos geográficos nos brinda una buena radiografía del clima y sus cambios durante una parte importante del Cuaternario.

Lo dijo Demócrito: "La verdad está en lo profundo". Que, escrito en latín, "veritas est in puteo", aún queda más contundente. Y por profunda que esté, allí llegan los geólogos siguiendo el camino que los espeleólogos abren. Dentro de estos mundos fascinantes no solo se acumulan rocas y sedimentos. Nuevas sorpresas aguardan a los geólogos ávidos de escribir la crónica de nuestro pasado. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la UNESCO Sobrarbe-Pirineos

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