Negro Versace

En todas partes, las mujeres están infravaloradas respecto a sus compañeros varones. No es ya momento de debatir sobre una realidad que es evidente, lo que hay que hacer es tomar medidas concretas y eficaces para cambiar esta inaceptable situación.

Una vez más nos enfrentamos a dilemas que carecen de todo sentido pero que nos hacen perder el foco sobre lo que realmente es lo importante. Todas las declaraciones sobre el acoso y las agresiones sexuales contra las mujeres que se están produciendo últimamente son clara muestra de ello.

Uno de los falsos debates a los que me refiero es el generado en Francia a raíz de una carta publicada por algunas artistas e intelectuales y que ha suscitado un terrible e inmediato rechazo por parte de otras tantas. También me parece carente de necesidad que se intente demostrar que los salarios femeninos son claramente inferiores a los masculinos. Otra cuestión que englobo en la misma categoría es la referida al desequilibrio en el acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad social. Y así podríamos seguir mucho más. Pienso que todas ellas pertenecen a la categoría del descubrimiento del agua caliente. ¿Quién tiene todavía dudas sobre la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo? ¿Quién tiene la desfachatez de negarla? Y, lo que es peor, ¿quién tiene aún la desvergüenza de justificarla?

Que sigamos hablando de esto solo lleva a que perdamos tiempo antes de comenzar a cambiar las cosas con hechos reales. La brecha salarial solo se corregirá si las afectadas pueden reclamar sus derechos no en un evento público, sino en los tribunales y la sentencia obliga a reponer la diferencia. La falta de mujeres en alto cargos solo la superaremos si, a partir de ahora, el acceso a esos puestos se alcanza según el número de optantes de cada género que, aun siendo todavía desfavorable para las mujeres, es mucho mejor que el actual. La violencia de género se erradica castigando pronto y de forma ejemplar al agresor, por medio de la consideración de agravante que el delito se haya ejercido contra una mujer; y prohibiendo el uso de argumentos justificativos que inculpan a la víctima.

La generalización de la igualdad de género en todo el mundo solo es posible si los países que ejercen la discriminación no puedan participar en el concierto mundial, como el resto de las naciones, mientras sigan aplicando esas políticas. La defensa de los derechos de las mujeres solo podrá consolidarse si son elevados a la máxima categoría y gozan de protección delante de cortes internacionales, pudiendo así solventar injusticias ocasionadas en determinados países basadas en una malentendida soberanía nacional.

La pérdida de oportunidades de mi sexo solo se puede superar si la conciliación familiar y los cuidados de hijos y mayores se reparten paritariamente entre hombres y mujeres, aplicando los gobiernos las políticas adecuadas de forma activa, lo que implica dotaciones presupuestarias suficientes. Para que los roles femenino y masculino no se perpetúen, los medios y la industria del entretenimiento deben dejar de usar y de abusar de esos estereotipos.

Seguimos dando vueltas a temas que deben estar ya fuera de todo debate. Nadie podía justificar la segregación racial que ocurrió en Sudáfrica durante décadas, excepto, claro está, la minoría que se beneficiaba. Pero solo cuando las grandes potencias comenzaron a aplicar severas restricciones a los contactos, y contratos, con ese país fue cuando la población negra pudo alcanzar el nivel de derechos humanos que como personas le corresponde. No ocurrió espontáneamente.

Ahora, la mitad de la población mundial, que eso es lo que somos las mujeres, estamos infravaloradas en todas las sociedades con respecto a los hombres. Y superar esta situación tampoco va a ocurrir de manera sencilla ni natural. Hace falta mucha voluntad para lograrlo y no parece que los tiempos corran en esa dirección. Si los dirigentes de los países que marcan el pulso mundial siguen haciendo gala de un machismo galopante, poco o nada avanzaremos.

Hemos asistido a un despliegue mediático en favor del derecho a que nos traten a las mujeres de manera igual que a los hombres gracias a Hollywood. No carecen de razón las que en ese ambiente se han expresado en este sentido, pero son personas cuya situación socioeconómica está muy alejada del común de las mujeres. Pienso que la movilización, real o aparente, de una élite tan concreta como la que forma el ‘star system’ hollywoodense no es la mejor forma de que la gran mayoría de las personas empiecen a cambiar sus comportamientos. El negro Versace está muy bien para un evento lleno de glamur, pero no para cambiar el mundo. Y eso es lo que necesitamos, ni más ni menos.