El año de las mujeres... asesinadas

En el año que termina, muchas mujeres han comenzado una necesaria rebelión contra el acoso sexual. La igualdad entre los sexos, incluso en los países avanzados, dista mucho de ser efectiva. Y mientras tanto, continúa habiendo mujeres asesinadas.

Puede que este sea el año de las mujeres. De todas las que se han plantado ante el permanente acoso sexual en el mundo del espectáculo, en las empresas, en el deporte, en la vida... Hasta aquí hemos llegado, han dicho algunas de las que han soportado durante años ese acoso. Su ‘basta ya’ no tiene que ser un momento, sino convertirse en una conducta permanente. No hay que pasar ni una al acosador. Hay que crear una cultura desde la escuela de que el acoso, especialmente a las mujeres, pero no solo a ellas, a cualquier persona, es intolerable, innegociable. Hay que acabar con eso desde la educación y desde la familia. Somos todos iguales, somos todos personas, con la misma e irrenunciable dignidad. Debemos ser todos iguales en derechos y hay que hacer que las leyes ayuden a que eso sea real y no una mera declaración carente de fuerza para imponerse.

Sigue siendo enorme la diferencia entre hombres y mujeres. No solo en los países del Tercer Mundo. No solo en los regímenes donde no se respetan los derechos humanos. No solo en los países donde la política o la religión someten a la mujer y la consideran de tercera división. También en el Occidente democrático, también en los países que dicen respetar los derechos humanos, también en nuestro mundo del espectáculo, a veces podrido, o en nuestro deporte aficionado o profesional, donde todavía tienen sitio los que se aprovechan de los más débiles. Una diferencia, una discriminación mucho mayor que la que percibimos lo hombres, incluso los que estamos claramente a favor de la igualdad. Diferencia de trato, diferencia salarial, dificultades para progresar en la carrera profesional.

Hoy tenemos un sistema legal en Europa y en España que, con algunas excepciones, reconoce los derechos de hombres y mujeres sin discriminación aparente. Si, además, las mujeres representan el 51 por ciento de la población, si tienen un nivel de formación igual o superior al de los hombres, ¿por qué sigue habiendo diferencias salariales de hasta un 30 por ciento, por qué se castiga más su desempleo, por qué apenas ocupan cargos de representación o de dirección en los centro de poder de todos los ámbitos? Una sociedad desigual es una sociedad radicalmente injusta. Y la nuestra lo sigue siendo.

Es posible que el despertar de las mujeres y su reivindicación firme de igualdad real cambie las cosas de una vez. Mientras tanto, sigue siendo noticia demasiado frecuente el asesinato de mujeres por sus parejas y los hijos que quedan sin amparo... A pesar de las leyes, de los pactos de Estado –aquí sí–, del convencimiento mayoritario de los ciudadanos. Casi mil mujeres asesinadas desde 2003 suponen una herida insoportable. Faltan sensibilización en los centros educativos, medidas reales de protección policial, apoyo de un abogado desde el instante en que se presentan la denuncia, controles de alerta efectivos en los ámbitos educativo y sanitario... Ojalá que 2018 sea de verdad ‘el Año de las Mujeres’. Lo que no puede ser es que el 2015, el 2016, el 2017 y, tal vez, el 2018 sigan siendo el año de las mujeres asesinadas.