Parecen muy alejados en el tiempo los años en los que los buzones se llenaban de felicitaciones navideñas. Esta costumbre incluía la elección de la tarjeta perfecta, los llamados 'Christmas' -por el nombre de la Navidad en inglés-, o su fabricación casera, generalmente llevada a cabo por los más pequeños de la casa. Los renos, Papá Noel, las figuras del Belén o el árbol navideño eran las ilustraciones más demandadas para felicitar a familiares y amigos unas celebraciones de lo más entrañables.

Con la llegada de los primeros teléfonos móviles, que permitían el envío instantáneo de información a una gran cantidad de receptores, se iniciaron las primigenias cadenas de SMS. Aquellos breves mensajes de texto que aparecían en forma de sobre en las pantallas en blanco y negro de los primitivos dispositivos acaban de cumplir, este mes de diciembre, un cuarto de siglo, ahora desbancados por las aplicaciones gratuitas de mensajería. Antes de la aparición de los emoticonos, cada vez más evolucionados, los signos de puntuación representaban las piezas con las que construir imágenes navideñas capaces de sacarle una sonrisa a quienes las recibían.

A base de puntos y guiones, los arquitectos de los SMS realizaban edificaciones que se convertían en auténticos fenómenos virales, que volaban de un móvil a otro elevados por el ánimo festivo de sus emisores. A lo largo de una década, este método se fue perfeccionando gracias a las mejoras tecnológicas que fueron incorporando estos dispositivos  -el salto a las pantallas en color o al envío de imágenes a través de los MMS-.

Con la irrupción de internet entre las aplicaciones que incluían los móviles y la aparición de Whatsapp o Telegram, entre otras 'apps' gratuitas, los SMS cedieron su trono hace más de un lustro, arrebatado unos años antes a las postales, a las cadenas reenviadas de un grupo a otro y de un chat a otro. ¿Cómo serán las felicitaciones navideñas del futuro?