Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La gamba más grande del mundo

Cada año, miles de montañeros coronan la cima de Monte Perdido. Desde arriba, al girarse, una imagen increíble les aguarda: es el cilindro de Marboré y su espectacular pared rocosa. Inmediatamente, unas grandes líneas curvas atrapan la mirada del espectador: hay una gamba en las montañas

El cilindro de Marboré y su gran pliegue, un icono del Geoparque Sobrarbe-Pirineos
El cilindro de Marboré y su gran pliegue, un icono del Geoparque Sobrarbe-Pirineos
Ánchel Belmonte

Como geólogo, confieso que llamar gamba a un pliegue me resulta turbador. Porque eso es realmente ‘la gamba’: un inmenso volumen de roca plegado, doblado sobre sí mismo y que constituye toda una montaña. ¿Cómo ha podido ocurrir eso? La historia, como la de los crustáceos, comienza en el fondo del mar…

El cilindro de Marboré, y todo el macizo de las Tres Serols, está compuesto por rocas calizas. Sus edades oscilan entre los 80 y los 45 millones de años de antigüedad, aproximadamente. Son materiales formados en el fondo de un mar cálido, poco profundo y de aguas tranquilas, casi tropicales. Lo sabemos por las características de la roca y por los fósiles de los animales que vivían en aquel mar pirenaico. El montañero atento observará caparazones de bivalvos, diminutos foraminíferos, rudistas… Los restos de aquellos ecosistemas submarinos se muestran ante nosotros petrificados. Una imagen congelada que nos permite reconstruir cómo era la Tierra en el pasado. Enormes cantidades de estratos calcáreos se acumularon en el fondo de ese mar que separaba las placas europea e ibérica. Pero esta estampa poco tiene que ver con la que vemos hoy, algo tuvo que cambiar.

El geólogo y profesor Francisco Anguita dijo una vez que las geografías, como las civilizaciones, son transitorias. Desde ese punto de vista, no debe extrañarnos que los mares se conviertan en montañas, estas en llanuras y que nuevamente el agua lo cubra todo. Lo único que necesitamos es tiempo, y de eso la Tierra va sobrada. Impulsadas por la energía interna del planeta, las placas que delimitaban el mar pirenaico comenzaron a acercarse. La colisión empezó por el este y también el cierre del mar. Las primeras montañas pirenaicas emergieron por lo que hoy es Gerona y el Rosellón. La compresión y la elevación se fueron propagando hacia el Oeste y el Pirineo central la sufrió especialmente. Esas rocas de antiguos fondos marinos fueron paulatina pero violentamente comprimidas, dobladas creando enormes plegamientos. Rotas, terremoto tras terremoto, formando inmensas fallas y fracturas. De esta manera se construyó el Pirineo. De esta manera las montañas salieron del mar y dejaron sus fondos y sus habitantes expuestos en las cimas.

El gran pliegue del cilindro de Marboré, ‘la gamba’, evidencia de una forma bella y grandiosa la fuerza del planeta. Un fondo marino retorcido y elevado por encima de los tres mil metros de altitud. El Pirineo está lleno de estos pliegues y no es difícil, si adiestramos nuestra mirada, encontrarlos en el paisaje y recrear una historia de cambios.

Sin embargo, cuando las montañas emergen del mar nada termina. Una nueva vida para ellas acaba de empezar y les hará cambiar sus formas al compás de los climas y el tiempo. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la Unesco Sobrarbe-Pirineos

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