Los animales también tienen su corazoncito

Aunque no siempre coincida con San Valentín, los animales también tienen en el calendario sus fechas para el amor. Algunos llegan a poner en peligro su vida con sus rituales para encontrar pareja.

Los patos por el Coso de Zaragoza
Dos patos, de paseo por el Coso
J. P. S.

Aunque no siempre coincida con San Valentín, los animales también tienen en el calendario sus fechas para el amor. Algunos lo hacen a través de manifestaciones realmente grandilocuentes. El sisón, ave del año 2017, se dedica a llamar a la hembra, no sólo con su canto, sino intentando llamar su atención mediante una repetición de saltos que no son tanto una danza como la manera de sobresalir entre los cereales que son su hábitat natural. Para hacerse ver mejor, estira el cuello y eriza sus llamativas plumas.

En su afán por echarse novia, el sisón arriesga la vida porque esta demostración no solo lo hace visible a los ojos de su enamorada, sino de también a los de todos sus depredadores. Pero el amor (o las ganas de emparejarse) todo lo puede. Un ritual muy parecido sigue la avutarda, que realiza una rueda amorosa con todas sus plumas extendidas de la que llega a acabar mareada. El pájaro jardinero australiano o tilonorrinco, es de un negro discreto, pero no le falta imaginación para crear un llamativo escenario para su baile de seducción, aunque tiene un gusto un poco ‘cani’: prepara una especie de emparrado que adorna con todo tipo de objetos brillantes desde conchas de caracoles hasta… tapas de botella.

En todos estos casos, se trata de enamoramiento a ‘primera vista’. Que, en ocasiones, puede durar toda la vida. El albatros viajero Diomedea exulans vuelve cada dos años a encontrarse con su pareja tras un periplo de miles de kilómetros. Si su pareja muere, puede tardar muchos años en buscar otra. Los ánsares comunes también se unen de por vida, y cuando un ejemplar muere, el superviviente jamás volverá a emparejarse.

Entre los mamíferos, las nutrias, castores, algunos murciélagos y antílopes e incluso el zorro pueden presumir de fidelidad de por vida, a pesar de la mala fama a la que el lenguaje ha condenado a la pobre zorra. Aunque no se llegue a la fidelidad completa, muchos animales cambian su comportamiento cuando les llega el amor. El fiero león se vuelve cariñoso y delicado cuando corteja a la leona. Los reyes de la selva, él y ella, permanecerán unidos durante su época de celo (que no tiene una época concreta), apareándose hasta 40 veces al día, en uno de los amoríos más fogosos del reino animal.

Si nos fijamos en aquellas especies más cercanas a la humana, como chimpancés y bonobos, el panorama es totalmente distinto. Los primeros cambian con frecuencia de pareja, mientras que los bonobos son los campeones del amor libre, usan el sexo para resolver las discusiones y lo practican en cualquier momento y con cualquier miembro del grupo.

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