Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Supercontinentes. Asiáticos y americanos vivirán en Amasia

A la vista de lo ocurrido en el pasado remoto, los geólogos anticipan que, en un futuro remoto, América del Norte y Asia formarán un supercontinente.

Las últimas modelizaciones apuntan a que dentro de unos 250 millones de años Norteamérica y Asia acabarán por converger y fusionarse, posiblemente junto a otras masas de tierra, para formar un futuro supercontinente: Amasia
Las últimas modelizaciones apuntan a que dentro de unos 250 millones de años Norteamérica y Asia acabarán por converger y fusionarse, posiblemente junto a otras masas de tierra, para formar un futuro supercontinente: Amasia

Un viaje por la historia geológica del planeta

En un pasado remoto, los continentes estuvieron unidos en un único supercontinente, Pangea, que posteriormente se habría escindido. Así lo formuló en 1915 el meteorólogo alemán Alfred Wegener. A rebufo de su teoría de la Deriva Continental surgió la tectónica de placas -el estudio de cómo se desplazan e interaccionan entre sí las placas que componen la corteza terrestre- y, desde entonces, este es uno de los principales focos de investigación de los geólogos. Tanto más conforme de la mano del desarrollo científico y tecnológico fueron apareciendo nuevas herramientas para profundizar en este terreno.

En la actualidad, los geólogos disponen de programas informáticos que procesan toda esta información y les permiten retroceder en el tiempo millones de años para simular cuál era el aspecto del planeta en aquella época. Gracias a ello sabemos que Pangea fue solo el último supercontinente hasta la fecha sobre la faz de la Tierra, hace unos 400 millones de años. Pero antes hubo otros. Hace más de 1.400 millones de años las placas continentales estaban agrupadas en un supercontinente bautizado como Nuna, cuyo núcleo integraban las actuales Escandinavia, Norteamérica y Siberia. Posteriormente, y tras haberse dividido, entre hace 1.300 millones de años y 750 millones de años, todos los continentes actuales confluyeron de nuevo para formar el supercontinente bautizado como Rodinia, al que tras su escisión siguió Pangea…

Pero antes de los modelos informáticos, llegaron el estudio del registro fósil y la filogenia, que atestiguaban la presencia de organismos y especies (vivas o extintas) idénticas o directamente emparentadas en territorios muy distantes en la actualidad.

A ello se sumaron, a partir de la década de 1950, el paleomagnetismo y el decaimiento radiactivo. El primero aprovecha que muchas rocas y minerales, en el momento de formarse, adquieren un débil campo magnético coincidente con la orientación que tenía el campo magnético terrestre en el tiempo y en el lugar en el que se formaron. Ello permite localizar su origen y deducir cómo la placa en la que se encuentran ahora esos depósitos se ha ido desplazando.

El estudio de la descomposición espontánea de los radioisótopos presentes en un yacimiento permite establecer de forma muy precisa el momento de su formación. Lo que a su vez ofrece a los geólogos establecer una especie de dni o código identificador único para cada yacimiento. Cuando yacimientos actualmente distantes presentan el mismo código ‘radioisotópico’ es indicativo de que los territorios en los que se ubican estuvieron unidos en un tiempo conocido y después se escindieron.

Finalmente, el auge de los satélites artificiales ha permitido el seguimiento preciso del ligero desplazamiento de las distintas placas y la velocidad a la que se mueven. Y a ello se sumó la tecnología informática.

La Tierra del futuro remoto
"La Península Ibérica se apartó de repente, toda ella por entero y por igual, diez súbitos metros, quién me va a creer, se abrieron los Pirineos de arriba abajo como si de las alturas hubiera caído un hacha invisible, introduciéndose en las brechas profundas, cortando la tierra hasta el mar …

...se había separado por completo de Europa…

… De acuerdo con las últimas mediciones, la velocidad de dislocación de la península se ha estabilizado en unos setecientos cincuenta metros por hora, unos dieciocho kilómetros por día, no parece mucho, pero si hacemos cuentas, eso quiere decir que cada minuto nos apartamos doce metros y medio de Europa".

(‘La balsa de piedra’; José Saramago; 1986).

… Al igual que en climatología, a partir del estudio del clima pretérito, se han desarrollado modelos para predecir la evolución del clima futuro, otro tanto sucede en geología. A partir de los datos y la información del pasado registrada, los expertos han desarrollado modelos que permiten viajar y vislumbrar cómo será la Tierra del futuro.

Todo apunta a la creación, dentro de unos 250 millones de años, de un nuevo supercontinente conformado por la fusión de las actuales América del Norte y Asia –y bautizado a priori como Amasia– a partir de la evidencia de que la placa oceánica del Pacífico se estrecha o mengua porque se está hundiendo en el manto terrestre bajo los efectos de la subducción en el denominado Anillo de Fuego. Según los modelos, la placa del Pacífico acabará desapareciendo por completo. Mientras tanto, el suelo del Atlántico se está ensanchando o creciendo por la continua formación de nueva corteza.

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