¿Quién inventó los actuales inodoros?

La aparición del retrete revolucionó para siempre la higiene de las ciudades europeas.

Una figura del Museo del Origami de Zaragoza.
Una figura del Museo del Origami de Zaragoza.
Aránzazu Navarro

Es tan habitual en nuestras vidas que no le damos demasiada importancia, pero la aparición del inodoro supuso una verdadera revolución y mejoró para siempre la higiene -y la salud- de pueblos y ciudades.


En realidad, el wc no es un invento nuevo. Más de 2.000 años antes de Cristo los griegos ya usaban aseos y sistemas de desagües para alejar de las casas la orina y las heces. Mil años después, los romanos también tenían letrinas.


La caída del Imperio Romano acabó con todo ello y, durante la Edad Media, Europa vivió un enorme retroceso en cuestiones higiénicas. La gente hacía sus necesidades al aire libre, en los callejones, o en las orillas de los ríos, y era habitual tirar por la ventana las palanganas llenas de deposiciones, sin demasiados miramientos. Con ese panorama, las aguas fecales discurrían sin control por las calles de pueblos y ciudades.


A finales del siglo XVI, el poeta británico sir John Harington diseñó un inodoro a instancias de su tía, la reina Isabel I, pero el invento no tuvo éxito.


Hubo que esperar hasta 1775 para que el wc triunfara: fue con el inodoro del también británico Alexander Cummings, que ideó el desagüe en forma de s que todavía usamos hoy. Ese sistema de sifón mantiene el agua y los restos alejados de la taza, lo que evita malos olores. De ahí viene, precisamente, el nombre del invento: inodoro.


A partir del siglo XIX, los sistemas de saneamiento se extendieron por las ciudades y el empleo de váteres se fue popularizando poco a poco hasta convertirse, como ocurre hoy, en imprescindible.

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