Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La próxima generación de telescopios

En una década, Chile, que ya reúne el 50% de la capacidad de observación astronómica mundial, alojará el 70%. Nuevos telescopios tratarán de ver más lejos.

Recreación artística de cómo será el Extremely Large Telescope (ELT).
Recreación artística de cómo será el Extremely Large Telescope (ELT).
ESO/L. Calçada/ACe Consortium

Proyectos de todo el globo compiten por el tiempo disponible ante un comité externo del Observatorio Europeo Austral (ESO). Tienen preferencia los científicos de los quince estados miembros, entre ellos España, además del país anfitrión, que por aportar la materia prima –el cielo y el suelo– dispone del 10% de las horas de observación. "Ha sido un impresionante estímulo para Chile", asegura Ventura. "Pese a su escasa tradición en la disciplina, hoy cuenta con un centenar de astrónomos con acceso al instrumental más puntero". Por no hablar del beneficio adicional de las enormes inversiones en la construcción de los observatorios: ¡solo 1.300 millones de euros en Cerro Paranal!


Esta magnífica apuesta es el corolario de un recorrido iniciado en 1952, cuando Europa, dispuesta a competir en las grandes ligas, fundó el ESO. Sus observatorios, se acordó, se emplazarían en zonas deshabitadas, secas y con atmósfera estable que no absorba la radiación infrarroja. "Situando telescopios de gran potencia bajo unos cielos que todavía estaban relativamente poco explorados", relata Comerón, se quería optimizar recursos. El otro factor decisivo fue "la calidad para la observación de algunos lugares del Hemisferio Sur". "La opción inicial era el desierto del Kalahari", precisa Massimo, "pero Atacama ofrecía mejores condiciones". En 1963, se formalizó la asociación con Chile, cuyos frutos se concretaron en La Silla, en Paranal y después en el Alma. "El próximo paso será Cerro Armazones", afirma.


A 3.000 metros de altura se alzará el Extremely Large Telescope (ELT), que captará su primera luz en 2024. En estos pagos no se andan con chiquitas; lo corroboran las 2.700 toneladas de peso del artefacto, su coste estimado en 1.100 millones de euros y su espejo de 39 m de diámetro, con "una superficie diez veces mayor a la de cualquier otro telescopio", especifica la astrónoma Linda Schmidtobreick.


No le faltará compañía: Estados Unidos erigirá en Las Campanas el Giant Magellan Telescope. Sus siete espejos formarán una lente de 24,5 m que ofrecerá imágenes diez veces más definidas que las del telescopio espacial Hubble, al módico precio de 900 millones de euros. El mismo país construirá en Cerro Pachón el Large Synoptic Survey Telescope, cuya cámara digital de tres millones de píxeles cartografiará la Vía Láctea, amén de buscar materia y energía oscura y objetos pequeños del Sistema Solar.


Si en la Edad Media los occidentales rivalizaban por levantar la catedral más próxima al cielo, aquí sus descendientes pugnan por diseñar los ojos de la humanidad que vean más lejos. En una década, Chile, que ya reúne el 50% de la capacidad de observación astronómica mundial, alojará el 70%. Comerón celebra "la saludable competición por comprender las grandes cuestiones de la astrofísica. Los telescopios actuales reciben un volumen de propuestas que excede en casi cinco veces el número de noches disponibles. Contar con más telescopios aligerará esa presión. Hay suficiente cielo como para que no haya solapamientos".

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