La diseñadora holandesa Sanne Visser buscaba nuevos materiales, respetuosos con el medio ambiente, con los que elaborar sus productos. Y se dio cuenta de que, cada año, millones de kilos de pelo cortado en las peluquerías terminan en la basura sin que nadie los aproveche. ¿Por qué no dar salida a todo ese material?

"El cabello humano es un recurso natural que crece a la par que la población mundial. Solo en el Reino Unido se desechan cada año unos 6,5 millones de kilos", explica Visser en su web. Así que se puso a investigar qué podía hacer con todo ello.

Así descubrió que el cabello es "muy resistente, termorregulador, flexible, absorbe la grasa y pesa muy poco", lo que lo convierte en un material perfecto para fabricar cordones y cuerdas de todo tipo. A partir de ahí, Visser empezó a trabajar.

El primer paso es recoger el cabello que acumulan cada jornada las peluquerías. Después, igual que se hace con la lana, hay que cardarlo, hilarlo y entretejerlo (el vídeo explica todo el proceso) para formar con las cuerdas de las que parten todos los productos de la colección.

Esta, que se llama El Nuevo Tiempo de la Tricología, incluye bolsas, correas, cuerdas, cinturones y hasta un columpio, que aprovechan las propiedades del pelo humano.

Una bolsa de la compra elaborada con pelo humano.

La resistencia es, desde luego, una de las principales características de estas piezas. Según Visser, un único cabello puede soportar hasta cien gramos, por lo que sus bolsas y cuerdas están preparadas para aguantar enormes pesos. Además, la diseñadora emplea solo cabello asiático, el más fuerte y de mayor calidad de todos.

En cualquier caso, la holandesa destaca que este trabajo es una especie de experimento, y que los productos hechos con pelo humano tienen un enorme potencial en campos como la agricultura, la medicina, la construcción o la ingeniería.

Habrá que ver si alguien se anima a aprovechar sus ideas. Ella, de momento, sigue tejiendo dispuesta a demostrar que nuestro pelo sirve para mucho más que para ponernos guapos.