Pro Evolution Soccer quiere volver a ser el rey del balón
La falta de licencias lastra un gran juego.
Tiempo ha pasado desde que el Pro reinaba sobre todos los juegos de fútbol. Durante muchos años FIFA le arrebató el trono, tanto por gráficos como por jugabilidad y, en definitiva, realismo. Desde 2014 el PES ha ido ganándole terreno a su eterno rival, mejorando año a año, construyendo un nuevo juego sobre un gran motor gráfico y puliendo todos sus defectos.
Empezando por lo bueno, el PES 2017 es el rey del balón. La física del esférico roza la perfección, cuando pasamos, chutamos o simplemente la conducimos, la pelota se comporta como lo haría en la realidad. El peso, los efectos y los rebotes erráticos están cuidados hasta el detalle propiciando el realismo.
El terreno gráfico nunca ha sido el fuerte del PES, pero poco a poco la saga ha ido mejorando en este aspecto. En esta última entrega, los jugadores parecen haber abandonado ese comportamiento robótico del que se quejaban muchos fans.
Los pases tienen una nueva dinámica que permite regular el nivel de automatismo a gusto del jugador. Las filigranas en remates, tiros y pases dependerán más del nivel del jugador virtual que de quién sostiene el mando, pero su inclusión es un punto más a favor de esa inmersión.
PES 2017 brilla más en el apartado individual que en el multijugador. Las ligas, copas y el modo manager cuentan con un gran número de opciones que hará disfrutar a los más estrategas y amantes de los fichajes. En el multijugador nos seguimos encontrando largos tiempos de espera y algún que otro cuelgue.
En definitiva, PES 2017 es un muy buen simulador de fútbol, que gustará a sus seguidores, pero que sigue sin llegar al nivel gráfico de su principal rival y en el que se siguen echando el falta un gran número de ligas y equipos oficiales.