Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Francia dice adiós a la vajilla de plástico

Francia acaba de prohibir los vasos y cubiertos de plástico. Si todo el plástico fabricado en las últimas décadas fuera papel film, podríamos envolver la Tierra.

La vajilla de plástico pasará a la historia en Francia a partir de 2020.
La vajilla de plástico pasará a la historia en Francia a partir de 2020.

Francia acaba de borrar de un plumazo todo el plástico de sus vajillas, prohibiendo por ley de forma pionera el uso de vasos y cubiertos de plástico. A partir de 2020, tendrán que estar fabricados en un 50% con sustancias biodegradables. Y no es su primera medida legislativa para reducir la presencia de estos materiales con el objetivo de mitigar el impacto del cambio climático. El pasado mes de julio, el Gobierno francés prohibió también el uso de bolsas de plástico.


Razones para estas decisiones, desde luego, no le faltan al país vecino. Una reciente investigación de la Universidad de Leicester (Reino Unido) acaba de sentenciar que las ingentes cantidades de basura de plástico generadas como consecuencia de la actividad humana nos está sumiendo en una auténtica 'Era del Plástico'. Según el paleobiólogo Jan Zalasiewicz y su equipo de investigación, la superficie del planeta se está viendo gravemente alterada por estos materiales de larga duración, irrompibles, inertes y difíciles de degradar. En este momento fabricamos casi mil millones de toneladas de estos materiales cada tres años. Y Zalasiewicz estima que si todo el plástico fabricado en las últimas décadas fuera papel film, podríamos envolver con una capa toda la Tierra. Es más, si se mantienen los niveles actuales de producción, en medio siglo habrá el equivalente a otras 4 o 5 capas al menos alrededor del globo. La mayor parte se acumula en los océanos, hasta el extremo de que un estudio reciente en el Mediterráneo indica que más del 97% de los residuos marinos corresponde a plásticos


Lo más grave es que cuando los plásticos esparcidos al medio acaban en el mar, son consumidos por el plancton, los peces o las aves marinas, que mueren tras su ingesta. Y mientras otros materiales 'tradicionales' se erosionan, ellos permanecen en los sedimentos durante siglos. Si se queman, aumentan sus opciones de fosilizarse, pero igualmente dejando una huella en el futuro que durará millones de años. Las consecuencias son tan importantes que, desde la prestigiosa 'British Geological Survey', el centro geológico de referencia en Europa, recomiendan declarar oficialmente la Era del Plástico para poder definirla científicamente y estudiar sus efectos en el registro geológico, entre otras cosas. Sin obviar otros efectos, como los que se han identificado que tienen sobre el sistema endocrino ciertos componentes del plástico como el Bisfenol A y el DEHP. Estas dos moléculas reducen la fertilidad, adelantan la maduración sexual de seres humanos y animales y fomentan los comportamientos agresivos y el desarrollo de tumores de próstata, entre otras consecuencias indeseables. Y a ellas se suma que algunas sustancias ignífugas o retardantes de llama presentes en el plástico interfieren con las hormonas tiroideas.Una segunda revolución del plástico

Con todo, darle la espalda a los plásticos como han empezado a hacer Francia no es una decisión sencilla. Sobre todo porque se han convertido en indispensables en nuestras vidas. No en vano se trata de estructuras químicas versátiles, ligeras y biocompatibles, baratas de fabricar, y moldeables. "Están por todas partes, envolviendo nuestra comida, conteniendo el agua y la leche, manteniendo nuestros medicamentos y jeringuillas estériles, y ahora incluso también en la composición de la mayoría de la ropa que vestimos", reflexiona Zalasiewicz. De ahí que algunos apelen a que, en lugar de borrarlos del mapa, lo que se necesita es una "segunda revolución del plástico", como la denomina el experto en biodiseño de la Universidad Estatal de Arizona Rolf Halden. "La primera inauguró la era del plástico, que permitió el nacimiento y crecimiento explosivo de muchas industrias, si bien aquellos materiales no se escogieron de manera juiciosa, y ahora estamos pagando las consecuencias de esta mal decisión en forma de polución ambiental y exposición humana a sustancias dañinas". De ahí que Halden apele al diseño de plásticos inteligentes "igual de versátiles pero no tóxicos, biodegradables y hechos con recursos energéticos renovables".


En la Universidad de Dakota del Norte (EE. UU.) ya barajan una posible opción de futuro: un revolucionario plástico que cuando se expone a cierto tipo de luz queda reducido a sus componentes más básicos, las moléculas usadas en su construcción, que pueden reutilizarse para fabricar plásticos nuevos. Quizás si esa nueva generación de plásticos fotodegradables llega al mercado, Francia decida abrirles de nuevo sus brazos.

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