Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una tormenta de polvo marciana demasiado destructiva

La tormenta de polvo marciana que vemos en la película 'The Martian' poco tiene que ver con las reales. Los vientos no tendrían la fuerza suficiente como para mover rocas y mucho menos para tumbar a un astronauta.

Recreación artística de una tormenta marciana.
Recreación artística de una tormenta marciana.
Nasa

Un aspecto maltratado en el filme 'The Martian' y que los expertos en Marte consideran el mayor error es el efecto destructivo de una tormenta de polvo marciana.


Son frecuentes y pueden llegar a extenderse por todo el planeta. Pero dado que la densidad de la atmósfera marciana es unas 100 veces inferior a la de la atmósfera terrestre, unido a la baja presión, los vientos no tendrían la fuerza suficiente como para mover rocas y mucho menos tumbar a un astronauta: su efecto al colisionar el aire y el polvo levantado no sería tan dramático. Se trata de un mero recurso para poder montar el inicio de la historia. La presión de la atmósfera marciana es unas 140 veces inferior a la presión atmosférica terrestre. Casi el vacío. En estas condiciones, los vientos de unos 100 km/h de velocidad máxima registrados por las sondas espaciales apenas tendrían el efecto de una suave brisa en la Tierra. El movimiento de lonas y toldos y el comportamiento de la arena no serían los mostrados en el filme. El astronauta cegado por el polvo arrastrado por una tormenta marciana es muy sugerente desde el punto de vista cinematográfico. Pero es totalmente irreal.


¿Qué otro tipo de catástrofes naturales o artificiales podrían haberse empleado para justificar ese comienzo? No parece que exista actividad volcánica reciente ni terremotos en Marte. Así que habría que descartar una catástrofe de origen natural para abortar la misión. Solo quedaría el recurso a un problema tecnológico. La pérdida irreversible de las comunicaciones con la Tierra o la despresurización, sin posibilidad de reparación, de los hábitats de los astronautas podría obligar a abandonar de forma precipitada el complejo de la misión Ares 3 y a dejar a su suerte a Mark. Pero ello diría muy poco en favor de la fiabilidad de la propia misión. Descartado también para no perjudicar la propaganda y visión optimista que tanto el filme y como la novela dan de una misión tripulada al Planeta Rojo.


Manuel Moreno, Departamento de Física de la Universidad Politécnica de Cataluña

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