​Ortega Cano reaparece a lo grande con Morante y Manzanares también pletóricos

El diestro protagonizó en Benidorm una reaparición soñada al cortar cuatro orejas en una tarde triunfal.

?Ortega Cano, a hombros en una imagen de archivo.
?Ortega Cano reaparece a lo grande con Morante y Manzanares también pletóricos
Efe

Volvía Ortega Cano a vestirse de luces siete años después desde que lo hiciera por última vez en la localidad cacereña de Navalmoral de la Mata (Cáceres) en 2009; y lo hacía también después de atravesar una etapa personal de lo más complicada, lo que le daba a la tarde en Benidorm un aliciente más allá de lo taurino.


Lástima que la gente no acabara de responder en la taquilla, cubriéndose algo menos de medio aforo del coso benidormí. Ni la reaparición del veterano espada de Cartagena, ni la presencia de dos colosos del escalafón como Morante y Manzanares, lograron lo que todo el mundo esperaba, un éxito de público sin precedentes en la historia taurina de esta localidad alicantina.


Pero los que sí estuvieron pudieron disfrutar de una auténtica fiesta del toreo. El reaparecido Ortega, ataviado con un terno carmín y oro, y que recibió una ovación tras el paseíllo, se mostró a muy buen nivel con el primero, al que enjaretó bonitas verónicas y con el que reverdeció laureles en una labor de muleta presidida por la suavidad, cadencia, compostura y galanura del toreo del cartagenero, al que no le pesó ni la edad ni los siete años fuera de los ruedos.


Cayó la estocada arriba del "cuvillo" y para él fueron a parar las dos orejas. Y otros dos apéndices cayeron del cuarto, otro buen toro de Cuvillo con el que Ortega volvió a estar igual de asentado y de templado en una faena cimentada nuevamente sobre los mimbres del corazón y el sentimiento, y brindada a su mujer y a su hijo. Gran toro este de Cuvillo, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.


Morante estuvo cumbre con el capote en su primero. Lances mecidos, cadenciosos y bellísima ejecución dieron paso a una faena de muleta posterior también de notable torería, y brindada a la mujer y al hijo pequeño de Ortega Cano.


El inicio con ayudados al hilo de las tablas tuvo sabor añejo, pero los muletazos que logró el sevillano por el derecho fueron también exquisitos, tanto que, tras una estocada, logró las dos orejas.


Igual de arrebatado estuvo Morante con el quinto, al que toreó con mucho gusto y encaje por los dos pitones, lo que, tras una estocada, le valió para lograr otros dos apéndices. Manzanares se aseguró también la salida a hombros en su primero, al que cuajó una faena marca de la casa, con el empaque, el gusto, la expresión y la plasticidad de cada muletazo como pilares fundamentales para lograr también las dos orejas.


En el que cerró plaza llegó el éxtasis "manzanarista" a Benidorm con otra faena pletórica, de muy buena compostura y bella ejecución, premiada con los máximos trofeos de un toro también excepcional, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

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