Si quiere adelgazar, pinte su habitación de amarillo o rojo

Según un artículo publicado en HERALDO en 1962, los beneficios del astro rey van más allá del bronceado.

Si quiere adelgazar, pinte su habitación de amarillo o rojo
Si quiere adelgazar, pinte su habitación de amarillo o rojo

Se acerca el verano, la operación bikini está en marcha y, de pronto, buscando en un HERALDO de 1962, resulta que los beneficios del astro rey van más allá del bronceado: también adelgazan. Los protagonistas del texto son los tonos cálidos en amarillo y rojo, parecidos a los que usan los niños cuando pintan el sol. Al parecer, disfrutar de estos colores en las paredes de casa tiene un efecto adelgazante. Eso afirmaba un artículo de Paul Blondais: contemplarlos afecta al hipotálamo y regularizan su función distribuidora de las grasas y el agua en el cuerpo. Eso sí, para mejorar la eficacia de esta medida, el artículo también recomendaba cuidar el hígado y los riñones metiendo barriga y ejercitando los músculos del abdomen, no beber nada en las comidas, beber un vaso de agua mineral baja en sodio con un chorro de limón por la mañana y tomar una infusión de cola de caballo tras la comida. Todo eso sin olvidar la medida más importante: no comer como si fuera su último día en la Tierra.

El buen funcionamiento del hígado y de los riñones impide todo aumento excesivo de peso.

(Una colaboración especial para Agencia ‘Fiel’)


Usted acaba de seguir un régimen de adelgazamiento y después, de hacer sacrificios penosos ha conseguido perder varios kilos. Pero ahora una inquietud le obsesiona: ¿No irá a recuperar rápidamente eses kilos tan duramente eliminados? ¿Se verá condenado para toda la vida a carne asada sin sal y verduras?

No se apure. Su existencia no se verá amargada por esta idea, porque nosotros acudimos una vez más en su ayuda con consejos tan fáciles de seguir que usted se va a quedar estupefacto.

La primera condición para no engordar de nuevo es poseer el hígado y los riñones en buen estado. En otro caso, el agua se fija en los tejidos. Un hígado perezoso es como una esponja que se empapa. Y los riñones se ven incapaces de eliminar todos los líquidos que usted absorbe. Así estos líquidos permanecerán dentro del cuerpo en detrimento del peso y de la silueta. He aquí cuatro consejitos que le pondrán nuevos los riñones y el hígado:

1) Todas las mañanas beba un vaso grande de agua mineral no salada, ligeramente tibia, en la que habrá disuelto un poco de sulfato de magnesio añadido con jugo de limón. Así se limpiarán el hígado y la vesícula biliar.

2) Durante, el día, siempre que se acuerde, de ello recoja su estómago hacia adentro lo más que pueda. Este ejercicio muscular fácil fortifica el hígado y los riñones.

3) No beba en las comidas, o hágalo lo menos que pueda.

4) Después de las comidas tome una taza de infusión de la planta llamada cola de caballo para drenar los riñones.

Si su médico le dice: «Para permanecer delgado rodéese de amarillo y rojo», tal vez se encogerá usted de hombros. Sería una equivocación. Está médicamente probado que el amarillo y el rojo regularizan el hipotálamo, esa glándula situada, en la base del cerebro que gobierna la distribución del agua y de las grasas en el cuerpo. Si el hipotálamo se desarregla será inevitable al aumento del peso. Pero la contemplación de los colores amarillo y rojo, transmitida por la retina y el nervio óptico hasta el hipotálamo, regularizan esta función. Pero esto no basta. Para tener el hipotálamo en buen estado hay que dormir. Nueve horas cada noche al menos, sin olvidar de que las horas anteriores a la media noche son las más beneficiosas.

Respiré profundamente. Ante su ventana abierta de par en par, con las piernas separadas, las manos en las caderas, inspire el aire durante tres segundos; contenga la respiración durante tres segundos más y luego expulse el aire de los pulmones, otra vez en tres segundos. Repita este movimiento de treinta a sesenta veces seguidas.

Sin embargo, aunque aplique al pie de la letra todos estos consejos, no se escapará usted de tener que someterse a ciertas pequeñas restricciones alimenticias. Sepa que necesita 2.000 calorías diarias el que realiza un trabajo de oficina y 2.500 si realiza un trabajo de fuerza. Respetando estas cifras no engordará nunca. Debe evitar resueltamente la leche, el pan, dulce, artículos feculentos, carne con salsa y embutidos. Debe reemplazar todo esto por alimentos dinámicos: ensaladas con aceite de oliva, carne asada y fruta fresca. Finalmente no olvide que un par de horas de marcha por un parque una o dos veces por semana representan un medio ideal de conservar la línea.


?Paul BLONDAIS

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(Noticias de Hemeroteca recopiladas por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón)

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