Tercer Milenio

En colaboración con ITA

César Velasco. El epidemiólogo que deslumbró a 'Forbes'

A sus 29 años, César Velasco podría presumir de haber sido elegido por la revista ‘Forbes’ como uno de los jóvenes científicos más influyentes de Europa, pero no lo hace. Su círculo más cercano elogia su capacidad todoterreno y su trabajo duro, que han dado como resultado una carrera brillante, aunque este epidemiólogo madrileño es poco dado a cumplidos. Meses después de haber lidiado con el ébola en Sierra Leona, Velasco es el subdirector médico del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.

En la estantería de su despacho, en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (Zaragoza), una manzana y unas mandarinas conforman un bodegón singular. Las frutas son el avituallamiento de César Velasco (Madrid, 1986) entre las numerosas reuniones que tiene como subdirector médico del hospital. La alimentación saludable es uno de los pilares de la salud pública, una especialidad por la que se decantó Velasco en cuanto empezó a estudiar Medicina, en la Universidad Autónoma de Madrid.


«Me parecía que era la manera más directa de cambiar un poco el mundo», explica. Aunque admite que mejorar la salud de un paciente individual proporciona mucha satisfacción personal, se queda con la función social de su especialidad. «Somos los que trabajamos detrás del telón. No se nos ve tanto, pero intentamos cambiar la salud de las poblaciones y eso es más difícil, aunque muy bonito», aduce.


Con esta filosofía, Velasco no se lo pensó dos veces cuando estuvo trabajando sobre el terreno en Mozambique, con pacientes con VIH y malaria, ni tampoco cuando, hace solo unos meses, pidió a la Organización Mundial de la Salud (OMS) irse como epidemiólogo voluntario a Sierra Leona para tratar el ébola.


Él había trabajado previamente con la OMS en Ginebra (Suiza), y también formaba parte del Grupo de Expertos de la OMS sobre Vacunas del Ébola y Vacunación. Todas estas experiencias influyeron decisivamente en que la revista ‘Forbes’ lo incluyera hace unas semanas como uno de los treinta científicos menores de treinta años más influyentes de Europa. En su caso, lideraba la lista de ciencia y salud.


Llama la atención la humildad con la que se toma el reconocimiento. «Me sorprendió mucho. Yo entiendo que ‘Forbes’ elige los currículum y el mío es muy técnico, sin grandes proezas», asegura.El ébola, a pie de calle

Aunque ya tenía experiencia con otras epidemias de África, su trabajo durante más de tres meses en Sierra Leona fue duro. Las localidades que le asignaron fueron primero Freetown (la capital del país) y después, Makeni. En la capital era el epidemiólogo del distrito Oeste, un área muy compleja que comprende toda la zona urbana y rural de la ciudad.


El miedo al contagio era permanente. «Sabiendo lo que se hace y teniendo conocimientos técnicos es controlable, pero tenerlo tan cerca es muy distinto a tenerlo lejos», reconoce.


Entre sus numerosas funciones, tenía que controlar nuevos casos, detectar y hacer seguimiento de los contactos, vigilar que los cadáveres se enterraran de forma correcta y controlar que se llevaban a cabo todos los protocolos de la OMS de manera adecuada.


Lo más duro fue tratar de integrarse en un mundo del que no formaba parte. «Te tienes que involucrar y trabajar dentro, metiéndote hasta la última calle del último barrio e integrarte en la población de allí», rememora. Pero también hubo experiencias muy positivas, que fue narrando en un blog de la Asociación Española de Vacunología. Por ejemplo, cuando vio a un niño lavándose las manos para entrar a un centro de salud o a un militar haciendo esos pasos a la perfección cuando empezaba a trabajar.


Como experto en vacunología, el epidemiólogo se muestra optimista con la vacuna del ébola que se está aplicando sobre el terreno, de momento, en condiciones experimentales. «Ha sido un desarrollo paradigmático», subraya, y acto seguido añade que el objetivo es que lleguen a buen puerto tanto esta como otras que están empezando a desarrollarse.El estigma del zika

Le inquieta la actual epidemia del zika y no descarta viajar a América Latina si fuera necesario. En su opinión, la OMS está actuando correctamente, siguiendo sus protocolos y trabajando en coordinación con otras instituciones internacionales, un escenario muy similar al vivido con el ébola hace muy pocos meses. «Ha sido un cambio de paradigma», mantiene.


Sobre la posible relación del virus con el aumento del número de casos de microcefalia en recién nacidos, Velasco, que trabajó con embarazadas con malaria en Mozambique, muestra su preocupación. «Existe el riesgo de que el estigma de esta enfermedad recaiga otra vez sobre las mujeres», denuncia. Que sean un grupo vulnerable de por sí, y que en los países en los que más casos se han registrado la igualdad de género sea una utopía, agrava su indefensión.

El hándicap de la juventud
En su puesto actual, César Velasco no tiene que enfrentarse al ébola ni al zika, pero no deja de ser un nuevo reto. Precisamente por eso decidió cambiar su empleo en el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades en Estocolmo (Suecia), donde trabajaba antes de su etapa en Sierra Leona, por la subdirección médica del hospital zaragozano.


El suyo es un puesto de coordinación de la asistencia sanitaria pública, es decir, de gestión de los recursos y de las personas, a lo que se suma la coordinación de la actividad hospitalaria, entre otras muchas funciones. El complejo hospitalario, del que forman parte más centros de la ciudad, tiene más de 800 camas, todo un desafío para su carrera.


«Es un reto, y en la sanidad pública, donde se aprende mucho todos los días, sobre todo al trabajar con un equipo de profesionales que tienen mucho que enseñar y que decir», afirma. Lo más complicado está resultando cambiar las estructuras o procedimientos tradicionales y motivar a los profesionales del centro. Sus 29 años también son un hándicap para su puesto de alta dirección, algo que no ocurre en otras profesiones ajenas al mundo sanitario o científico.


«Algunas personas se extrañan cuando ven a un gestor de sanidad o un investigador excelente menor de 40 años», declara el epidemiólogo. «Hay que saber combinar la experiencia y la juventud para dar cabida también a los jóvenes en este mundo de las nuevas ideas», propone.

De cerca
Nació en Madrid en 1986. Quería haber estudiado Bellas Artes, pero la Medicina se cruzó en su camino un mes antes de hacer selectividad. Es el subdirector médico del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (Zaragoza). A la vez, está sacándose el doctorado por la Universidad de Barcelona y cursando un máster MBA de gestión clínica en la misma universidad.
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