Una alarma suena en Huelva en el móvil de un distribuidor de fruta. La temperatura en el interior del camión que transporta las fresas acaba de subir de 2º a 4º. Acechan los hongos. Hay que corregir ya el fallo, porque aún faltan 400 kilómetros para que la mercancía llegue a Bilbao y, además, como llueve tanto, el tráfico es bastante denso. En tiempo real, distribuidores, empresas de transporte y grandes supermercados se enteran de todo lo que pasa dentro y fuera de los camiones donde la fruta y la verdura tienen que viajar sin perder un ápice de color, dureza y frescura. Se lo chiva, paso a paso, la tecnología de monitorización FruitWatcher de Geezar.

Hardware y software de monitorización, todo lo ha desarrollado esta empresa zaragozana, desde los equipos de adquisición de datos hasta potentes visualizadores y los sistemas de alarma. La pantalla del ordenador nos muestra en todo momento, y esto es logro de Geezar, la temperatura, la humedad relativa y la localización exacta de nuestros productos, tanto si los hemos enviado nosotros como si son los que esperamos recibir. Así, aunque el camionero pare varias veces a tomar café, las fresas mostrarán su rojo intenso y su tersura cuando las pongamos en el carro de la compra.

Tampoco hay que permitir que la temperatura baje en el contenedor, “porque a cero grados el agua que contiene la fruta cristaliza, empeorando su aspecto y su sabor”, aclara el ingeniero agrónomo Constantino Baile, de Geezar. Por eso, un termógrafo TPV se esconde entre las cajas de fruta. Es pequeño, pero lo controla todo. Tiene que vigilar que los productos frescos no se echen a perder con los kilómetros; el dueño está al otro lado del sistema de comunicación observándolo todo. “Porque se invierte mucho dinero en los almacenes y, luego, en carretera, se descuidan las condiciones de conservación”, cuenta el compañero de Baile Ángel Martínez. Juntos han estado 'al quite' en este problema que a todos nos afecta.

Vigilando el agua de las alcantarillas

¡Atención!, otra alarma suena en la oficina de un responsable de Ecociudad, la empresa pública que gestiona la red de alcantarillado de Zaragoza. Han subido la temperatura y la conductividad del agua, señal casi inequívoca de que se ha producido un vertido ilegal de una industria química. ¿Sosa cáustica? ¿Gasoil? Es solo un supuesto. La misma tecnología de Geezar que vela por la calidad de la fruta vigila aquí, con el nombre de PitWatcher, la salubridad de nuestras aguas residuales. ¿Para qué?: sería desastroso para una depuradora si recibiera agua contaminada por algún vertido químico.

Unos sensores colocados bajo la tapa de las alcantarillas cogen muestras, las analizan y devuelven el agua a su cauce. Así se ha probado ya en Valdespartera y Malpica. Y la intención es que PitWatcher recorra otras zonas residenciales e industriales de la ciudad. El ingeniero Ángel Martínez explica que esta tecnología “resuelve problemas comunes de los gestores de redes de agua, como los altos costes del muestreo, la detección temprana de vertidos ilegales o los avisos en tiempo real sobre las condiciones de las aguas residuales”.

Mientras PitWatcher despierta interés en ayuntamientos, confederaciones hidrográficas y gestoras de redes y depuradoras, aumenta en este sector, según Martínez, la “preocupación por la cantidad y calidad del agua que los aliviaderos vierten a los ríos”. La monitorización en tiempo real de Geezar está presta, también, para salir al paso de esta preocupación, al tiempo que la investigación trata de aumentar la potencia de las comunicaciones y de reducir el consumo energético.