La amenaza de lluvia obliga a adelantar el pregón y suspender la procesión
El pregón se ha adelantado dos horas y se ha celebrado en el interior de la iglesia de Santa Isabel.
La amenaza de lluvia ha obligado a suspender la procesión del pregón en Zaragoza por lo que la inauguración de la Semana Santa ha quedado reducida a un acto litúrgico celebrado en el interior de la iglesia de Santa Isabel.
Estaba previsto que una nutrida representación de los 16.000 cofrades zaragozanos partiese de la plaza del Justicia a las 18.00 y recorriese las calles más céntricas de la ciudad hasta acabar en la plaza del Pilar, donde se proclamaría el pregón a las 20.00.
La previsión meteorológica ha obligado a cambiar los planes y finalmente el pregón se ha adelantado dos horas y se ha celebrado a puerta cerrada en el interior de la iglesia de Santa Isabel. El pregonero de este año, el rector en funciones de la Universidad de Zaragoza, Manuel López, ha tomado la palabra pocos minutos después de las 18.00 ante una concurrida iglesia.
En su discurso, el científico, como él mismo se ha denominado ante su auditorio, ha invitado a aprovechar la Semana Santa para tender puentes de entendimiento entre los creyentes de las distintas confesiones y los no creyentes. El pregonero ha formulado su discurso en torno al "clamor de los tambores" y los valores "profundamente humanos" que representan, razón por la que cada año reunen a "jóvenes, niños, mayores, creyentes y no creyentes" durante la celebración de la Semana Santa: la lealtad, la verdad, la valentía, el compromiso, la compasión y la confianza, valores que en la tradición católica se conjugan en la figura de Cristo y se expresan, "de manera más o menos explícita" durante la Semana Santa.
"La Semana Santa es una expresión popular religiosa que atrae a toda la ciudadanía y se celebra con un profundo sentimiento identitario (...) porque en nuestra tierra exclamamos como un grito estos valores cuando tocamos el tambor", ha afirmado.
López ha expresado también su deseo de que todas las personas, creyentes y no creyentes, sean "capaces de reconocer esos valores humanos" en el clamor del tambor, "valores en los que todos creemos" y que son necesarios, según ha expresado "para construir una sociedad más justa y libre".
