​A cuerpo de rey en Versalles

El Palacio de Versalles albergará en tres de sus edificios un hotel de lujo con habitaciones a partir de 3.000 euros.

Palacio de Versalles
Palacio de Versalles

Pernoctar en uno de los miles de palacios y castillos de la vieja Europa es destino de los viajeros más exquisitos. Al lujo de las mansiones venecianas donde Casanova llevaba a sus conquistas o la solidez de los bastiones en los que residieron los reyes de Castilla se sumará en breve el mayor palacio del continente, Versalles.


El sueño de Luis XIV estará al alcance de cualquiera. El motivo no es otro que económico. No es barato mantener un edificio de 67.121 metros cuadrados, con 700 estancias y unos jardines equivalentes a 800 estadios de fútbol, con sólo el dinero procedente de la venta de entradas para visitar el museo y las partidas gubernamentales. En Versalles trabajan 900 personas, de las que 400 están dedicadas a vigilar el recinto que recibe anualmente unos diez millones de personas.


El próximo 14 de septiembre el Gobierno francés dará a conocer la empresa que explotará el hotel, que estará ubicado en tres de los edificios del complejo actualmente cerrados a las visitas. Serán 2.800 metros cuadrados los adjudicatarios tendrá que transformar pero, además, deberá restaurar. Solo para adecentar el tejado y las paredes la inversión podría alcanzar los siete millones de euros. Y la concesión será para los próximos 60 años.


El Palacio de Versalles, declarado como Patrimonio de la Humanidad desde 1979, no fue siempre esplendor. Todo comenzó en 1623, cuando Luis XIII mandó construir un refugio de caza en una loma rodeada de pantanos llenos de mosquitos. Pero sería su hijo Luis XIV el que daría el impulso a la instalación, cuando en 1661 decidió levantar en Versalles lo que sería la residencia real más fabulosa de Europa. Sin embargo, no fue hasta 1682 cuando estableció allí su corte.


Sus últimos inquilinos fueron Luis XVI y a María Antonieta. Con la Revolución el palacio fue saqueado. Napoleón lo olvidó. Ya en el siglo XX fue escenario de la firma del Tratado de Versalles, en 1919, que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Puesto al servicio de la República, en sus dormitorios pernoctaron jefes de Estado como la reina Isabel II de Inglaterra (1972) o los mandatarios de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov (1985) o Boris Yeltsin (1992). En unos años, por solo unos 3.000 euros se podrá dormir en el palacio a cuerpo de rey.

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