Un preso de una cárcel noruega huye en una tabla de surf

La prisión de baja seguridad de Bastoy es famosa por permitir a los presos ver películas, montar en bicicleta y utilizar las playas locales.

Un recluso de Bastoy toma el sol en un bungalow de la prisión.
Un recluso de Bastoy, toma el sol en un bungalow de la prisión.
Getty

Un recluso de la prisión de baja seguridad Bastoy, en Noruega, logró escapar de la isla en la que se encuentra la prisión montado en una tabla de surf y utilizando una pala de plástico para remar hasta tierra, según informaron las autoridades locales el pasado 5 de agosto.


El preso, de unos 25 años, desapareció durante la noche; y a la mañana siguiente, los cuerpos de seguridad hallaron en la costa del país -a tres kilómetros de la prisión- la tabla del surf y la pala -propiedad del preso fugado- que presumiblemente este utilizó para huir. 


La inaudita huída de este criminal solo se explica que suceda en una prisión "idílica" como la de Bastoy, que carece de vallado, y que es famosa por sus granjas ecológicas y por permitir a los presos ver películas, montar en bicicleta y utilizar las playas locales, según se puede comprobar en la propia página web de la prisión.


"Suena espectacular que haya sido así. Pero si no hubiera sido en una tabla de surf, habría sido de otro modo. No es tan difícil encontrar algún aparato flotante de cualquier tipo en la isla", explicaba el jefe de la prisión, Tom Eberhardt, en declaraciones a Reuters.


En la pequeña prisión de baja seguridad cumplen condena en torno a un centenar de delincuentes. La mayoría de ellos comenzaron sus sentencias en una cárcel de alta seguridad para después solicitar su traslado a Bastoy. Para escoger a los más apropiados para la experiencia se realiza un laborioso proceso de selección y, de hecho, existe una amplia lista de espera para entrar a ella.


Pese a todo, entre las cuatro paredes de esta prisión cumplen condena asesinos, violadores y traficantes de drogas a los que se les enseña diferentes tareas con el objetivo de hacer posible su regreso a una vida normal. 


Con tantas comodidades, no es de extrañar que sean poco frecuentes las fugas en esta cárcel noruega. Eso sí, asegura Eberhardt: "si huyes, no hay billete de vuelta". 

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