La conquista del aire en Aragón

A comienzos del siglo XX, varios pioneros de la aviación internacional surcaron el cielo aragónes.

El aviador oscense Gregorio Campaña, en 1911. Foto: Archivo Viñuales
El aviador oscense Gregorio Campaña, en 1911. Foto: Archivo Viñuales
Nicolás Viñuales

Poco tardó Aragón en disfrutar de las primeras exhibiciones de aviación desde aquel primer vuelo en España realizado el 5 de septiembre por Juan Olivert en Paterna (Valencia), y el de Julien Mamet en Barcelona, el 11 de febrero de 1910. En Francia, Louis Bleriot había cruzado el Canal de la Mancha en aeroplano el 25 de julio de 1909, seis años después del vuelo de los hermanos Wright y solo tres desde que Santos Dumont planeara en Bagatelle (París).


Las semanas de la aviación comenzaban a celebrarse por toda España y en Aragón, fueron protagonistas en este tipo de exhibiciones aviadores franceses como Louis Gaudart, André Frey, Joseph Gaget, Henri Tixier, Leonce Garnier, Jules Védrines, Fronval o Bourgeois, entre otros.


El 6 de abril de 1910, HERALDO informaba en su primera página sobre la intención de un aviador francés, Louis Gaudart, de acudir a la capital aragonesa, tras su estancia en Madrid, para “practicar ejercicios de aviación en Zaragoza a su regreso de la corte”.

‘Fiestas de la aviación en Zaragoza’

Tres días después se anunciaban las ‘Fiestas de la aviación en Zaragoza’ que tendrían lugar en la capital aragonesa del 15 al 22 de abril de 1910, con la participación de Mr. Gaudart y su biplano Voisin, tras sus exitosos vuelos en la Ciudad Condal pocos días antes, donde realizó un vuelo de 41 minutos a 500 metros de altura.


El Sindicato de Iniciativas presidido por el Marqués de Arlanza sería el encargado de organizar en la ciudad el evento y disponer un aeródromo en la ciudad ubicado en Valdespartera: “Las fiestas se harán –dijo paladinamente el marqués de Arlanza– y las fiestas están ya organizadas y en breve Zaragoza verá las pruebas del ingeniero francés y valiente aviador Mr. Gaudart, verificará en el campo de Valdespartera, que será convertido en magnífico y amplio aeródromo”. Para ello, se anunciaba la instalación de tribunas, el emplazamiento de un hangar e incluso que “Victorino Zorraquino, el popular industrial zaragozano, instalará artístico y bien surtido Bar, y habrá música todas las tardes en que Mr. Gaudart realice pruebas”.


La Compañía de ferrocarril Cariñena pondría trenes especiales “con rebaja grande de precios hasta Casa Blanca”. También la Sociedad de Tranvías dispondría un servicio especial desde la plaza de la Constitución a la estación de Cariñena y el gremio de dueños de coches establecería tarifas a precios reducidos en beneficio de los zaragozanos y forasteros que acudieran.


Sin embargo, la llegada de Gaudart a Zaragoza se retrasó debido al mal tiempo, que le impedía volar en Madrid, por lo que tuvo que posponer la cita con el público zaragozano. Mientras, se acondicionaba el aeródromo de Valdespartera y se anunciaba que, en lugar de tribunas, se colocarían palcos para reducir el coste que suponía la instalación de las fiestas de la aviación.


El mal tiempo no permitía al piloto francés cumplir con los compromisos y se anunció su vuelo para el día 20 de abril. Louis Gaudart era entonces director técnico de la Escuela de Pilotos de Juvisy (París) y gozaba de gran popularidad por sus vuelos realizados en Francia, Holanda y Bélgica. Como novedad, se informaba de que si las condiciones atmosféricas lo permitían, llevaría en su aparato “a un pasajero de la localidad”.

Una popularidad cuestionada

Tras un nuevo retraso en su llegada, se esperaba a Gaudart en la tarde del 22 de abril procedente de Madrid, donde hubo incidentes motivados “por la medrosa informalidad del supuesto aviador monsieur Gaudart”. Hubo violentas manifestaciones de protesta entre las casi 60.000 personas que habían acudido a ver la exhibición aérea de Gaudart, que apenas pudo hacer volar su aparato. Las protestas y silbidos del público estallaron en tumulto y Gaudart tuvo que ser protegido por la Policía para no ser agredido. Entretanto, los preparativos en Valdespartera continuaban con la instalación del hangar, de 14 metros de largo, por 14 de ancho y cinco de altura.


La fiesta sería presidida por las autoridades, habría música, puesto de flores y “mucha animación, pues en el aeródromo de Valdespartera se han dado cita durante los días de las fiestas de la aviación la mayor parte de las familias de la buena sociedad zaragozana”, se informaba ante la llegada del aviador. En el aeródromo se colocaron más de dos mil sillas de pista, aparte de los 100 palcos levantados y tribuna para las autoridades. Presidiría el Gobernador Civil Weyler, Alcalde, José María Fraile; y Capitán General.


Y por fin llegó Gaudart en la tarde del viernes 22. Vino en tren a Zaragoza y fue trasladado directamente a Valdespartera para examinar el campo. Después visitó varios periódicos, entre ellos HERALDO, cuyas oficinas se situaban entonces en la calle del Coso, 74. En los días siguientes comenzó a montarse el aparato, esperando el gran día en que Gaudart se subiría a los mandos de su biplano Voisin. El fotógrafo Freudenthal captó para HERALDO con su cámara la caída del biplano en el primer intento de vuelo el 25 de abril.


En aquella tarde, 30.000 personas acudieron a presenciar el vuelo de Gaudart, a las 17.00. El aviador despegó y consiguió elevarse a una altura de cuatro metros durante 50 segundos, pero volvió a tomar tierra. Continuó unos 250 metros más intentando elevarse pero no lo consiguió. Su biplano se dirigía hacia una zona con gran número de espectadores y algunos coches. El público que se encontraba allí huyó despavorido mientras Gaudart chocaba contra un poste y el vehículo del Sr. Carderera. El piloto salió ileso, más preocupado por el estado del avión que por sí mismo. Y así terminó la fiesta de la aviación, con decepción por apenas presenciar un vuelo rudimentario que acabó en accidente, ya que los desperfectos que sufrió el biplano no posibilitaban un nuevo vuelo en breve plazo de tiempo.


Ante aquella situación, y tras lo ocurrido días atrás en Madrid, el gobernador y el alcalde se presentaron posteriormente en el hangar para aconsejar a M. Gaudart que abandonara el aeródromo ante la “justa actitud de indignación del público”. Gaudart dirigió una carta al director de HERALDO que se publicó el día 26 de abril, en la que explicaba que las causas del accidente se debieron al “poco espacio destinado para el lanzamiento del aparato; y en segundo lugar, a una debilidad momentánea del motor”. A continuación de la carta se incluía un texto en el que se daba un buen rapapolvo al aviador y se cuestionaban duramente sus explicaciones: “No es posible disfrazar errores y torpezas con vanas causas. ¿Por qué no confesarse ignorante y renunciar a la paga que no supo ganarse?”.


Por aquellos días, Leonce Garnier hacía sus primeras pruebas con el monoplano de su mismo nombre “primer aparato de avión construido en España” por el ingeniero inventor, que volaría cerca de Pamplona. Su primer vuelo terminaría en accidente según se informaba en la edición de HERALDO del 16 de abril. Pero la historia de la aviación tenía reservado una vida de éxito para el aviador que dos años más tarde volaría en compañía de Tixier sobre la capital aragonesa.

Frey y Gaget

No se celebraron más fiestas de la aviación en 1910 pero al año siguiente Zaragoza se desquitaría con la llegada de dos aviadores franceses: André Frey y Joseph Gaget, que, esta vez sí, lograron que sus aviones sobrevolasen la ciudad y ofrecieron un espectáculo jamás visto por los zaragozanos y forasteros que se acercaron a la capital aragonesa para participar en la Semana de la Aviación, celebrada entre el 17 y el 25 de abril de 1911.


El 17 de abril, Zaragoza quedó desierta y silenciosa. Valdespartera era el centro de atención en aquella mañana en que Frey sacó del hangar su avión Morane a las 9.30. Ese día voló a gran altura, dando dos vueltas al aeródromo antes de aterrizar a dos metros del hangar, desde donde había partido. La expectación aumentó aún mas en las primeras horas de la tarde con el vuelo de Gaget: “¡Ya sale, ya sale!”, clamaba el público que seguía con atención el despegue del aviador. Gaget se encaminó hacia Zaragoza y a su regreso sobrevoló Utebo antes de aterrizar en Valdespartera. Los vuelos se sucedieron en aquella tarde en la que Zaragoza vibraba con las acrobacias de Frey y Gaget, y se desquitaba así de la decepción sufrida un año antes con el fallido intento de Gaudart.


Al día siguiente, 18 de abril, sobre las 18.30, los aeroplanos de Frey y Gaget sobrevolaron el Coso y la plaza de la Constitución (hoy plaza de España) para surcar el paseo de la Independencia rumbo a Valdespartera. HERALDO contaba lo sucedido al día siguiente en su primera página: “No hay que decir que la curiosidad no decreció ayer ni un instante y que los zaragozanos se estremecían de gozo al ver sobre sus cabezas a los maravillosos aparatos que repiten los vuelos con tal precisión y gallardía”.


Durante el tiempo que estuvieron en la ciudad, los aviadores asistieron a una novillada en la plaza de Toros y continuaron sus exhibiciones. El día 22 fue de los más memorables, con numerosos vuelos de ambos aviadores e incluso Frey quiso subir a su esposa en uno de ellos, pero el monoplano que pilotaba se averió y esa tarde ya no pudo volar más.

Tixier y Garnier

Al año siguiente, volvió a celebrarse la Semana de la Aviación, esta vez durante las fiestas del Pilar, con la presencia de otros dos pilotos franceses: Leonce Garnier y Henri Tixier. Tixier también habría volado en Teruel días antes, aunque las crónicas de HERALDO de aquellos días no reflejaron el paso del francés por tierras turolenses.


La satisfacción que dejó en la ciudad el paso de Frey y Gaget fue refrendado con las demostraciones de Tixier y Garnier. En los días que pasaron en la capital aragonesa realizaron numerosos vuelos. En uno de ellos subió el fotógrafo Aurelio Grasa, autor de varias de las primeras fotografías hechas desde un avión que se conservan en España. También voló el famoso periodista de la época apodado ‘Duende de la Colegiata’ y hasta se barajó que el alcalde de la ciudad lo hiciera también, pero los aeroplanos estaban diseñados para soportar una carga de hasta 130 kilogramos, por lo que los pasajeros debían pesar no mucho más de 60 y, según comentaban las informaciones, el alcalde rondaba los 74.

Gregorio Campaña, un pionero de la aviación en Huesca

En ese mismo año, un intrépido aviador oscense prepara el que sería el primer vuelo en Huesca, a bordo de un aeroplano construido por él mismo. Sin embargo, Gregorio Campaña no tuvo la suerte de su lado y no consiguió más que elevarse unos poco metros antes de estrellarse.


Al año siguiente, llegaría a Huesca el aviador francés Jules Védrines, famoso por su victoria en el Raid París-Madrid y por aterrizar, años después –el 19 de enero de 1919–sobre el tejado de las galerías Lafayette, en París.