'Reborn': muñecos hiperrealistas

Tienen nombre propio, certificado de nacimiento y cuestan entre 300 y 3.000 euros

Mª Carmen Abadía junto a cuatro de los cinco muñecos 'reborn' que vende en su tienda.
'Reborn': muñecos hiperrealistas
Guillermo Mestre

Ni Gepetto logró semejante nivel de realismo al tallar a Pinocho. Los bebés ‘reborn’ tampoco son niños de verdad, pero están a un paso de serlo. Sus dueñas los bañan, les echan colonia, los sacan a pasear... Cada uno viene con su certificado de nacimiento, que incluye nombre, peso y fecha de creación. Están hechos de vinilo, llevan entre 20 y 30 capas de pintura y están rellenos de microesferas de vidrio, un material que permite mover sus articulaciones sin perder un ápice de naturalidad. Su cabello –de lana de mohair– se injerta pelo por pelo con aguja y sus venas, se dibujan a mano. Cuestan entre 300 y 3.000 euros, aunque en internet hay opciones más baratas (generalmente, de silicona) desde 60 euros. Hacerlos lleva entre dos y tres semanas. Gracias a su más que logrado acabado y realismo, muchos se utilizan como dobles en las películas sin necesidad de hacer actuar a un bebé de verdad.


En Zaragoza hay al menos dos artesanas –así se llama a las creadoras–. Los puntos de venta, sin embargo, son escasos. La tienda de regalos y complementos Luna Lunera (Jorge Guillén, 25) es uno de ellos. Su propietaria, Mª Carmen Abadía, comenzó a exhibirlos en el escaparate hace unos pocos meses y, desde entonces, su negocio ha dado un giro de 180 grados. «La gente no para de entrar y preguntar», asegura. Por el momento, ha vendido tres (a razón de uno cada seis días): uno a una madre, otro a una comulganta y un tercero a una jubilada. «Hay niñas que están deseando acabar el curso para que sus abuelas les compren uno como premio por sacar buenas notas», afirma.


Abadía tiene seis, pero solo cinco están en venta. Con Rosi, la sexta, comenzó todo. La consiguió en un sorteo –está valorada en unos 600 euros– y desde entonces no se ha separado de ella. «Aunque parezca una tontería, ha dado una alegría tremenda a mi casa, ¡hasta le hemos hecho un capazo! Tengo dos hijos, pero siempre quise tener una niña. Un ‘reborn’ te aporta algo que es difícil de explicar», reconoce. Recuerda, no obstante, que Rosi es una muñeca y, por tanto, debe tratarla como tal. «Muchos los sacan de paseo, quedan con otras ‘madres’ en el parque o les hablan como si fueran de verdad. Hay que cuidarlos porque, por ejemplo, no les puede dar el sol, pero hay que saber diferenciar qué es real y qué no», expone.


Ella, que dice vivir «por y para las manualidades», sintió «algo especial» al cogerla en brazos por primera vez. Desde entonces, decidió sumarse a la moda y aprender a hacer ‘reborns’ a través de de internet. Su objetivo, a priori, no es comercializarlos sino aprender más sobre ellos para saber explicar sus características a las clientas. Admite, no obstante, que su primera creación se hará de rogar. «Es un trabajo artesanal que requiere de grandes dosis de paciencia. Ahora, estoy inmersa en el mundo de las fofuchas, no paro de hacer manualidades a todas horas», expone la vendedora.Una terapia de plástico

Los ‘reborns’, asevera, «pueden servir de terapia para la gente». Los suyos, de hecho, pasaron unas horas en una residencia, a petición de una clienta. Aunque es pronto para valorar el éxito real de la iniciativa, Abadía promete adquirir nuevos modelos «conforme se vayan vendiendo». «Cada persona tiene su favorito, pero ya han entrado a preguntar por todos ellos. Siempre tendré unos cinco o seis en el escaparate», aclara.No existen dos iguales

La principal garantía que ofrecen las artesanas de la fabricación de ‘reborns’ es que no existen dos iguales puesto que se trata de un trabajo que se hace a mano y con mucho esmero. Nada de producción en serie. La minuciosidad y el cuidado son clave. Hay quienes encargan réplicas de sus propios hijos para inmortalizar su etapa de bebé, pero también hay casos de niñas jóvenes que ‘adoptan’ un reborn.


Las artesanas recuerdan en sus páginas de internet que no se trata de un juguete, sino de una pieza de coleccionismo, y por lo tanto debe ser tratada como tal, con cuidados especiales. Cada muñeco viene con un manual de instrucciones (desgraciadamente algo de lo que carecen los bebés de verdad). En estos se indica cómo lavarles el pelo y hasta cómo peinarlos porque, aunque guarden un gran parecido con los de carne y hueso, no se hace de la misma manera. 


Las creadoras hablan de ‘adopción’ y no de ‘venta’, porque consideran la adquisición de un ‘reborn’ como un proceso adoptivo, y la persona que lo adopta se convierte en una auténtica madre.Un sinfín de complementos

Un bebé auténtico requiere numerosos artículos: sillita de paseo, camita o cuna, ropa a medida, calzado, etc. Un ‘reborn’ también ‘necesita’ de lo mismo que el bebé de verdad. Existe toda una industria de complementos paralela al negocio de los muñecos. A través de internet se pueden adquirir toda clase de accesorios que, bien es verdad, no son caducos como, por ejemplo, la ropa (porque un bebé de verdad crece y su ropa rápidamente se vuelve pequeña). Las creadoras advierten, no obstante, que hay que evitar bañar a los ‘reborn’ ni tampoco aplicarles jabones, champús o cremas porque podrían dañar el muñeco, y lo que se pretende es conservarlo.