La segunda oportunidad de los muebles de la abuela

Algunos locales zaragozanos intentan diferenciarse llenando sus locales con mobiliario con historia, una tendencia que llega a los hogares.

Bar Minÿmi
La segunda oportunidad de los muebles de la abuela



Una puerta se puede convertir en el cabecero de una cama o una caja de frutas en una mesa. Se necesita paciencia y algo de maña, pero el resultado son muebles originales y con carácter propio que llaman la atención.


Lo saben bien en el restaurante Ric 27. Hace dos años, Danielle Cabana y Antonio Potenza abrieron su local con una decoración poco ortodoxa: todas las mesas y las sillas son diferentes y coloristas, fruto de una búsqueda que todavía no han terminado.


"Empezamos a buscar cosas unos seis o siete meses antes de la inauguración, aunque seguimos en ello, porque siempre se rompe algo, y hay que cambiarlo?" explica Danielle Cabana. Su pieza preferida es una alacena en la que guardan la vajilla, hecha a medida por una restauradora madrileña, María Jesús Cano. "Es un mueble maravilloso", asegura su propietario.


Su decoración sirve además como un reclamo comercial, ya que algunas personas les conocen antes por su imagen que por su comida. "A veces viene gente por la decoración y luego nos dicen: '¡Si además se come bien!'", explica Cabana.


"Siempre nos ha gustado el reciclaje", indica Cabana. Su inspiración vino de los bares y restaurantes europeos, en los que el 'vintage' y la transformación de muebles para decorar es algo habitual. "Habíamos estado en Berlín, Londres? Ahí el fenómeno lleva una temporada, pero aquí está llegando ahora".


Otro ejemplo de esta tendencia es el bar Minämi, que desde el pasado septiembre sorprende a sus nuevos clientes con sus mesas fabricadas con viejos palés."Somos un grupo de gente joven, conscientes del problema medioambiental", explica Sara L. Romo, la encargada del local.


Las mesas las hicieron en dos tardes, pero además pintaron los dibujos que adornan el local, tuvieron que lijar la barra, que era de una taberna irlandesa, las sillas? "Casi invertimos más dinero en ponerlo bonito que si lo hubiésemos comprado nuevo", indica. Sin embargo, creen que merece la pena. "Quitando los vecinos, hay gente que viene de propio porque somos diferentes, que refrescos hay en todos los bares", asegura.


No solo en locales de restauración se reciclan los muebles más que nunca. Cada vez más los particulares prefieren restaurar las viejas mesas o armarios que tenían en casa y darles otro aire. A eso se dedica Regina Nogueras, que junto a sus hijas Miriam y Jara regentan el Estudio Garno.


En él, las rejas de ventanas o los bancos de carpintero pueden tener una nueva vida como mesas, y las antiguas mesas de comedor adquieren todos los colores del arco iris. "También hacemos restauración clásica, según la pieza", explica Regina. Si las maderas son nobles o los muebles tienen un estilo original, se limitan a sacarle su brillo de nuevo, pero los objetos más corrientes, como mesillas de noche de los años 50 fabricadas con contrachapado, se pueden convertir en pentagramas.


Aunque el origen del negocio de esta familia en realidad está en los cursos de restauración. Con tienda no llevan más de cuatro años, pero Regina impartía ya talleres hace 12, aunque ahora es su hija Jara la encargada de ellos.


"Viene gente de todo tipo, la mayoría mujeres", explica Regina, aunque puntualiza que cada vez son más los hombres que se animan a relajarse lijando y pintando sillas, muebles? O incluso pupitres, como Nuria Labarta, una de las alumnas. Ella estudió Administración de Empresas, pero un buen día decidió apuntarse a los cursos para hacer algo que le gustaba.


Compró un pupitre a un anticuario y ahora está preparándolo para convertirlo en una mesa de noche con un panel al que le ha aplicado un papel de diseño sesentero, una técnica que también utilizan Regina y sus hijas en las piezas destinadas a la tienda.


"Siempre hay gente más clásica, pero a los que entran aquí les gusta lo que hacemos", explica Miriam, que sigue la estela familiar y estudia Bellas Artes. Algunos acuden a comprar lo expuesto, mientras que otros desempolvan las viejas sillas del desván para hacerlas restaurar o renovarlas. Una forma de darle una nueva vida a lo que parecían simples trastos viejos.