Universidad de Zaragoza

Aumenta un 50% la donación de cadáveres a la ciencia

La Universidad de Zaragoza ha registrado este año a un total de 112 donates. Su aumento revierte en una mayor especialización de las intervenciones.

Una clase de anatomía
Una clase de anatomía
JM MARCO

Con la idea de seguir siendo útil más allá de la muerte, cada vez son más las personas que deciden donar su cuerpo a la ciencia. La Universidad de Zaragoza recibió durante el curso pasado a un total de 112 personas interesadas en donar, una tendencia que ha continuado este año. Para los facultativos el aumento de la sensibilización es evidente. "La mayoría de los donantes son personas mayores que quieren seguir sintiéndose últiles", explica Juan de Dios Escolar, profesor de Anatomía de la Facultad de Medicina.


El aumento de estas 'expresiones de voluntad' ha revertido directamente en el número de cadávares que llegan a las cámaras frigoríficas de la facultad, haciendo que en la actualidad las donaciones efectivas se hayan duplicado. "Ahora trabajamos con más holgura", comenta Escolar, aunque señala que "las necesidades docentes nunca acaban de estar cubiertas".


El uso didáctico en las aulas de anatomía sigue siendo el primer destino de los cuerpos que llegan a la facultad. Embalsamados, los cadáveres son la herramienta más profunda para que los futuros médicos puedan formarse. Sin embargo, el mayor volumen de donación ha permitido que los cadáveres seán útiles más allá del aula, sirviendo algunos de ellos para que los facultativos se 'entrenen' antes de llevar a cabo una intervención a vida o muerte en un paciente.


"La gente debe saber que donar el cuerpo es tan útil como donar sangre u órganos", comenta Francisco Javier Castillo, decano de Medicina de la Universidad de Zaragoza, que se muestra satisfecho con el ritmo alcanzado en los últimos cinco años, periodo en el que más han aumentado las cesiones de cuerpos a la ciencia.

La concienciación y el bolsillo, las principales causas

Desde la Universidad señalan que el aumento se debe principalmente a las campañas de sensibilización que año tras año se emiten desde el colectivo docente. "Los cadáveres son necesarios para formar adecuadamente a los alumnos", explica el decano, que cree que la sociedad está cada vez más concienciada, sabiendo que "es un gesto que puede ayudar a salvar vidas igual que quien dona sangre u órganos".


Sin embargo, en los últimos años, las donaciones de última hora también han aumentado, algunas veces por falta de planificación y otras, "aunque no se pueden señalar", debido al enorme gasto que supone la defunción de un familiar. En estos casos los responsables de la unidad de donaciones de la Universidad señalan que todo se complica. "Hay ocasiones en la que recibimos una llamada para hacer efectiva una donación y a las dos horas nos vuelven a llamar para echarse atrás", explica el profesor Escolar.


Pese a esto, la Universidad indica que gracias a la confianza "que después de muchos años" se ha instalado en sociedad, cada vez son menos las familias que niegan la voluntad de donar de sus allegados. Tras cumplir su función, todos los cuerpos son incinerados y depositados en el panteón de donantes del cementerio de Torrero. Un tratamiento basado en el respeto y la naturalidad, que ha conseguido superar muchas de las barreras religiosas o tabúes que antes mermaban las donaciones.


"Hay que tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones las donaciones proceden de personas que han venido en vida a firmar los papeles", cuenta Escolar. "En una ocasión uno de los donantes que vino a rellenar la documentación me dijo 'Mi confesor me ha dicho que esto no está bien, pero yo creo sí, ¿verdad, doctor?', lo que indica que al final la gente acaba aferrándose a la lógica ante situaciones como esta, sabeedores de que su cuerpo se va a tratar con el mayor respeto del mundo", relata el facultativo.

Nuevos usos

El aumento de las donaciones ha posibilitado también que la Universidad de Zaragoza haya podido colaborar en un programa de investigación que hace solo unos años habría sido impensable. La semana pasada se presentó en el Parque Tecnológico de Motorland un nuevo método de estudio que abre una nueva vía en el campo de la seguridad vial. Amparado por la DGA, los ingenieros del centro podrán a partir de este mes realizar pruebas de impacto con cadáveres humanos, dejando atrás a los habituales simuladores o 'dummies'.


El uso de cuerpos permite que se conozca de primera mano cómo un accidentes puede afectar a los tejidos humanos, así como saber qué movimientos o alteraciones pueden sufrir los órganos. La medida, que convierte al centro aragonés en uno de los 7 en todo el mundo que realizan investigaciones viales con cadáveres, ha sido posible gracias a una colaboración con la Universidad de Virgina, la cual ha dado el empujón final a un proyecto que lleva meditandose varios años.