Moda

Vestir y desvestir a las modelos, los últimos eslabones de un desfile

Vestidoras y sastras, mujeres en su mayoría, se dedican exclusivamente a dar los últimos toques a las prendas y ayudar a las modelos a vestirse de la manera marcada por el diseñador.

Un diseño de Roberto Verino, en la semana de la moda de Madrid.
Vestir y desvestir a las modelos, los últimos eslabones de un desfile
EFE

Desde que la modelo sale de peluquería y maquillaje hasta que aparece en la pasarela muchos son los ojos que las revisan para que todo salga perfecto. Pero hay profesionales que brillan menos pese a su importancia: las vestidoras y sastras.


Las vestidoras podrían definirse como el último eslabón de este complicado engranaje de los desfiles. Son mujeres en su mayoría, dedicadas exclusivamente a dar los últimos toques a las prendas y ayudar a las modelos a vestirse de la manera marcada por el diseñador.


"Es una profesión que se desconoce, llena de estrés, y siempre están con muy buena predisposición", ha contado el asistente de Roberto Torreta, Óscar Sixto, minutos después de finalizar el desfile.


Cuando la modelo sale de peluquería y maquillaje, aún con su ropa de calle, aparece en el espacio del diseñador y ahí empieza todo un proceso de nervios controlados.


Es entonces cuando la modelo se desviste y, rápidamente, aparece una vestidora que la ayudará a subir y bajar cremalleras, cerrar botones o calzarle complicados zapatos de plataformas infinitas.


Sixto ha informado de que, si no existiera este trabajo, los desfiles no tendrían la perfección actual y además ha asegurado que de esta forma la modelo no sufre ningún "percance" al vestirse.


Aunque desde el punto de vista de las vestidoras, hay casos y casos, dependiendo de la modelo a la que tengan que vestir.


"A veces nos ponemos tres vestidoras con una modelo y se agobia, pero hay otras que se quedan quietas y nos dejan hacer todo", ha expresado Navis, una de las profesionales que ha vestido a las modelos de María Barrios.


Y este "agobio" llega, según ha confesado, por la experiencia de algunas modelos que, tras muchos desfiles, han vivido experiencias en las que han sufrido algún pellizco de cremalleras, fruto de las prisas, o han sufrido el frío de algunas manos que, intentado abrochar un botón, las destemplan antes de salir a desfilar.


Y no solo en vestir consiste este oficio, sino también en desvestir a la velocidad del rayo, porque en cada desfile se pueden llevar a cabo hasta tres cambios de vestuario.


"Mientras una viste, otra cuelga la ropa y otra descuelga el siguiente cambio", ha desgranado Navis, una sonriente vestidora que confiesa divertirse con un trabajo que, a veces, tiene fijado hasta la altura de la muñeca que deben llevar los guantes que vistan las modelos.


Pero, previa a la aparición de las vestidoras, hay otras grandes protagonistas de las pasarelas: las sastras.


Y es que, pese a lo que se pueda pensar, los trajes llegan con tallas que hay que ajustar a las modelos; de ahí, la necesidad de trabajar con previsión y evitar sustos de última hora.


Aquí los nervios parecen templarse, ya que al trabajar con tiempo el vértigo del desfile se ve lejano.


No obstante, cuando se trata de ajustes de último hora, inevitablemente aparece el pánico, pese a lo milimetrado de cada desfile.


"Hemos tenido que hacer un montón de arreglos porque vienen los trajes en una talla y cada modelo tiene un cuerpo; por eso se tienen que arreglar bajos o ajustar prendas", ha relatado Lorena, sastra de la diseñadora María Barros.


Estas profesionales de la aguja suelen trabajar con uno o dos días de antelación para que las sorpresas desagradables no aparezcan a escasos minutos de que las luces de la pasarela se enciendan.