Familia Aragón

¿Cómo están... los Aragón?

Los Gabytos y Rody siguen de payasos en el circo, Rita Irasema vive volcada en la música y la religión y Fofito y su hija giran con un espectáculo.

No es exagerado decir que el fin de los payasos de la tele empezó el 22 de junio de 1976, el día que murió Fofó, fulminado por una hepatitis contagiada, casi con toda seguridad, en una transfusión de sangre (le pusieron siete litros) después de que superara con éxito la operación en la que le extirparon un tumor cerebral benigno.


El ventrílocuo y neurocirujano José Luis Moreno, uno de los médicos que le atendieron, se lo contaba así a Máximo Pradera en una entrevista realizada en 2005 para la revista 'Interviú': "Le quitaron un tumor y se murió de una hepatitis, no entendíamos nada. Había tenido una recuperación estupenda y no salió del hospital".


Aquella jornada algo se rompió en el clan, aunque la separación definitiva no se haría efectiva hasta unos años después. Raúl Eguizábal, autor de 'El gran salto. La asombrosa historia del circo', (Península, 2012), opina que aquello fue "el fin de la familia Aragón como 'troupe', del modelo con el que triunfó. Fofó era el que tenía más encanto, más personalidad, no era la muerte de uno más, sino del más importante, siempre se le echó en falta".


Miliki asegura que fue aquella desgracia lo que le puso el pelo blanco. Si los niños y muchos adultos de España quedaron conmocionados por aquella pérdida, solo comparable a las de Félix Rodríguez de la Fuente y 'Chanquete', qué sentiría Fofito, su hijo.


Siempre ha dicho que su padre era «el eje que unía a la familia Aragón y equilibraba los egos». Cinco años después, con el anuncio de la retirada del programa, empezó a beber. "Tuve problemas. No solo económicos. Fue una gran depresión y me dejé llevar por la bebida. Trabajaba haciendo galas, viajando. A veces no podía coger el coche para ir de una ciudad a otra porque estaba completamente alcoholizado. Ni yo comprendía cómo podía llegar a ese estado", dijo en una entrevista de 2006.


Fofito llegó a culpar a Milikito de su mal fario con los proyectos que emprendía. El clan se rompió así del todo: iba por los platós (a veces parecía embriagado) acusando a su primo Emilio, el rey Midas de la tele, de vetarle, lo que supuso un mal trago para muchos espectadores a los que tal desencuentro iba agriando el dulce recuerdo de sus payasos. Era como aquel teatrillo en el que siempre había trifulcas con el señor Chinarro de por medio, pero en cutre.


Afortunadamente, algo terrible como el Parkinson que sufría su tío Miliki llevó a ambas partes a reconciliarse en 2010. Su muerte, el pasado sábado, ha conseguido que la familia volviera a juntarse y que el cariño que había se hiciese patente otra vez. Y aquí acaba la pequeña y única crónica negra del clan Aragón, nada muy diferente a las cosas que pasan en cualquier familia, porque el resto es la historia de una gente que se ha dejado la piel trabajando para mantener vivo el espíritu circense y, más en concreto, el del clown.


Decía esta semana Fofito al salir del tanatorio: «Ha sido un privilegio nacer en una familia de payasos, a pesar de que esta tarde he vivido la otra cara de la moneda: actuar para niños que se estaban riendo mientras yo me tragaba las lágrimas».


Porque en eso sigue él y buena parte de esta familia. En su caso, este año cumple medio siglo sobre los escenarios y anda volcado con su hija Mónica Aragón en una gira que recorre España; la muerte de Miliki le pilló trabajando en Madrid. Ha lanzado el recopilatorio '50 años de ilusión', en el que artistas como Montserrat Caballé o Julio Iglesias, además de su tío ahora fallecido o su hermano Rody cantan aquellos míticos temas. Y tiene pendiente un homenaje antes de final de año en Madrid. «Me van a dar algo parecido a la medalla a la cultura», dice.


"Mientras exista el circo, existirá la familia Aragón, esta gente ama profundamente su profesión", opina Eguizábal. Destaca la importancia de este clan, sus aportaciones e innovaciones; «sus claves fueron la oportunidad y el talento que tienen; daban mucha importancia a las canciones, son excelentes músicos y luego estaba la idea de salir al escenario con la cara sin pintar, eliminando el punto siniestro que siempre han tenido los payasos". Lo explica Fofito: "Hicimos un estudio y nos dimos cuenta de que los maquillajes con muchos colores asustaban a los más pequeños. Gaby era un 'carablanca', pero en los televisores de la época, con la imagen en blanco y negro, chocaba mucho, y también las rayas negras en el rostro, así que nos fuimos quitando las pinturas y las pelucas zanahoria y acabamos sólo con la nariz y un poquito de colorete".


El Gran Pepino

Tras la cancelación del programa en 1983, Miliki fue por su lado con su hija Rita Irasema, y Fofito siguió actuando en el circo junto a su tío Gaby y su hermano Rody. En 1987, Gaby también se va y junto a cinco de sus nueve hijos conforma Los Gabytos, con los que siguió trabajando hasta 1993 -falleció con 75 años, el 10 de enero de 1995, por las complicaciones con la diabetes que sufría-.


Los Gabytos siguieron solos e incluso llegaron a tener su hueco en televisión a mediados de la pasada década dentro del programa 'Megatrix' de Antena 3. Hoy en día continúan con el circo Alegría, instalado estos días en Elche. Rodrigo, Gaby, Lara, Pepete, Gon y Bebe, son «la indiscutible reanimación de una famosa familia de payasos reconocidos que se esfuerzan porque nunca desaparezca del rostro de los niños la alegría y la ilusión», dicen de ellos mismos en Facebook, donde cuentan con más de mil 'amigos'. Ellos son la octava generación de artistas circenses, la cuarta de la rama Aragón.


El primero de todos ellos, Gabriel Aragón Gómez, conocido como El Gran Pepino, se casó con la amazona equilibrista Virginia Foureaux, hija a su vez de un oficial jefe de caballería del ejército sueco y experto domador que a su vez tenía antecesores en el circo.


Miliki siguió triunfando con Rita Irasema, grabaron varios discos y montaron espectáculos teatrales. En los noventa hicieron juntos varios programas infantiles. Y más tarde pusieron en marcha con la ayuda de Emilio Aragón 'El Circo del Arte', que buscaba rehabilitar el espectáculo circense. «No funcionó -recuerda Eguizábal-, porque se adelantó a su tiempo».


En la actualidad, Rita Irasema, que tiene 58 años, ha montado una escuela de música llamada Nuestra Señora de la Fuente del Fresno, porque la auténtica pasión de la hija de Miliki es hoy la religión. Dice que tras "siete años de pasarlo mal, de sentir un vacío", descubrió "al Señor. Comencé a rezar el rosario, a ir a misa cada día. Entraba y decía mirando al sagrario: 'No sé nada, no entiendo nada; pero Señor estoy aquí'". Tal devoción la lleva a conectarse "todos los días a las diez de la noche con la basílica de Guadalupe de México para rezar para todo el mundo a través de Internet (rosarioporlavida.org) la coronilla a la Divina Misericordia". Tiene tres hijos: el actor Manuel Feijóo, conocido sobre todo por su trabajo en la serie 'Compañeros'. Luego están el cantante, Néstor, y el comediante, Emilio.


Emilio, el triunfador

Y de Emilio Aragón poco hay que decir. Es el miembro que más ha triunfado empezando como el sustituto mudo con cencerro de Fofó. Cuando dejó los payasos, fue relevado por Rody, hermano de Fofito que se pintaba la cara de negro. Pero ya las cosas no eran igual. "Los hijos no tenían la chispa de sus padres -opina el historiador-, pertenecían a otro entorno y se dieron cuenta de que había que saltar a otro humor. Entrábamos en los ochenta, se habían acabado los años dorados de la tele". Milikito emprendió carrera en solitario con aquel programa de 'sketches' en el que buscaba el final de la línea blanca de la carretera. A partir de ahí, todo lo demás.


Actor, humorista, músico, comunicador, director de cine, compositor, empresario audiovisual, presidente de La Sexta... Rody, por su parte, tras sus años de presentador, sigue hoy con la caravana del circo que lleva su nombre. Y continúa saliendo a la arena con la indumentaria que hicieron famosos su padre y tíos.


El sábado se fue el último de aquella terna fantástica, y lo hizo como debe hacerlo un payaso: en la esquela, los familiares rogaban "una sonrisa por su alma".