Legado Expo

La mayor coleccionista de la Expo

La zaragozana Margarita Esteban tiene en su poder unos 10.000 objetos de las exposiciones de Zaragoza y Sevilla. Este fin de semana muestra parte de su colección en el Acuario Fluvial.

Margarita muestra la rana de plata que le entregó Belloch
Margarita muestra la rana de plata que le entregó Belloch
A. M. B.

Hay pasiones para todos los gustos. Las de Margarita Esteban, una funcionaria zaragozana de mediana edad, son las dos Expos españolas modernas: la celebrada en la capital aragonesa hace ya cuatro años y la de Sevilla, que este sábado celebra el vigésimo aniversario de su inauguración.


Precisamente para conmemorar esta efeméride, la sede de la asociación Legado Expo, en el Acuario Fluvial, acoge durante todo el fin de semana parte de la compilación de Margarita, quien atesora "unos 10.000 objetos de todo tipo" relacionados con ambas muestras y que ha ido fraguando su particular museo gracias al contacto que mantiene "con 300 coleccionistas de todo el mundo, hasta de Japón".


Los visitantes que acudan a la instalación de Ranillas podrán viajar en el tiempo con los pines, uniformes, vasos y otras piezas con los logotipos oficiales. Entre los objetos más preciados de la 'comisaria' se encuentran dos ediciones limitadas. De Sevilla, Margarita logró rescatar un Curro (mascota oficial de la exposición andaluza) de bronce, que guarda entre paños. Del evento zaragozano, lo que más le gusta mostrar es una botella de Coca-Cola con motivos de Fluvi de la que apenas se fabricaron 2.400 unidades. La suya, por supuesto, se mantiene cerrada.


No son las únicas piezas exclusivas que posee. Entregada por el primer edil de la ciudad, Juan Alberto Belloch, en una recepción oficial, atesora una ranilla plateada que apenas se regaló a cien personas de especial proyección pública. La suya, elaborada especialmente por Pomar Joyeros como reconocimiento a su labor de archivo, es la número 101.


Para esta aragonesa, la verdadera esencia del coleccionismo radica "en el intercambio o la donación". "Me da igual si el objeto está en malas condiciones, en ese caso lo restauro. Si no tengo más remedio, lo compro, pero siempre al precio más bajo posible", indica.


"La Expo me cambió la vida"


"Visitaba cada día la Expo. Los días que no trabajaba, entraba al recinto a las 9.30 de la mañana y salía a las 3.00 de la madrugada, después de montarme en el telecabina. Los días que me tocaba trabajar, iba directamente a la Expo después del trabajo, sobre las 16.30, y volvía a casa también a las 3.00", evoca Margarita con anhelo.


El de 2008 fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores veranos de su vida: "Nunca había visto tanta diversidad cultural, tanto folclore y variedad gastronómica. Aquello fue increíble, la Expo me cambió la vida y la forma de entender las cosas".


Además, después de pasar tantas horas en el meandro de Ranillas, a Margarita le dio tiempo de hacer docenas de amigos: "En cada pabellón hablaba a diario con la gente, conocí amigos en cada pabellón y todavía mantengo amistades".