En la última década ha sido posible hacer un espectacular avance en la ejecución del proyecto gracias al uso inteligente de recursos técnicos actuales de todo tipo. En la Oficina Técnica se han integrado programas informáticos de última generación, tanto de representación y modelización como de cálculo (incluyendo algunos programas que en su día se crearon para sofisticados diseños aeronáuticos); se han usado máquinas ‘fotocopiadoras 3D’ que permiten hacer maquetas tridimensionales y máquinas robóticas para el corte de piedras. Se han puesto en práctica los recursos constructivos más avanzados, atendiendo también a todos los actuales requerimientos de seguridad estructural, de terremotos, de vientos huracanados, etc., lo que ha llevado a los arquitectos Carles Buxader y Joan Margarit a realizar complejos cálculos.

Sería un bello y audaz objetivo que, en el año 2026, cien años después del fallecimiento de Gaudí, se pudiera culminar la obra, en especial el cimborrio de Jesucristo y la fachada de la Gloria.

La ciencia y la técnica de la segunda y tercera décadas del siglo XXI seguirán aportando soluciones y alternativas inimaginables en 1926: nuevos recursos informáticos y materiales, iluminaciones, grúas, ascensores para el cimborrio central, etc. Este gran proyecto merece ser culminado, asumiendo que el resultado final será la síntesis del genio creativo de Gaudí y de diversos equipos de arquitectos, técnicos, artesanos, artistas... que habrán trabajado en la Sagrada Familia. Así ha sido en todas las grandes obras. Las falsas polémicas sobre la conveniencia o no de seguir el trabajo después de la muerte de Gaudí, se desvanecen si se admite que este templo, como tantos otros, necesariamente debe recibir aportaciones de siglos sucesivos. Las joyas hay que trabajarlas.

CLAUDI ALSINA ES CATEDRÁTICO DE MATEMÁTICAS DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA